Hablar sin datos o con datos
P. Fernando Pascual
7-12-2019
Hay quienes hablan con una
seguridad sorprendente sobre todo tipo de argumentos. Otros se muestran más
inseguros, incluso resulta fácil sospechar que no dicen la verdad.
Se hable con seguridad o sin
ella, lo importante es encontrar modos para distinguir a quienes hablan con
datos (con saber) y quienes hablan sin datos (sin saber).
El problema radica en que
muchas personas hablan sobre tantos temas sin tener un conocimiento adecuado de
ellos, o incluso con "informaciones" erróneas o manipuladas.
Eso ocurre no solo en las
famosas encuestas de la calle, donde micrófono en mano un periodista pregunta
sobre economía, política, religión o ciencia al primero que se cruza en su
camino.
También ocurre cuando un
"experto" se siente interpelado sobre un argumento acerca del cual
tiene informaciones incompletas, y experimenta la presión de decir algo para no
perder su fama como especialista.
En un mundo donde tantos
hablan de lo que escuchan en medios informativos, o leen en libros o en
Internet, o simplemente debaten entre amigos, hace falta un sano espíritu
crítico para reconocer cuándo faltan datos necesarios para formarse una opinión
sobre este asunto concreto.
Porque sin datos adecuados lo
que podamos pensar o decir será simplemente una reconstrucción más o menos bien
elaborada que luego puede llevarnos a conclusiones equivocadas, si es que no
nos empuja a consolidar prejuicios falsos.
Al revés, encontrar a personas
bien informadas, serias, honestas y capaces de transmitir lo que saben, permite
alejarse de tantos errores que giran por ahí, y acercarse un poco a datos duros
que iluminan hechos importantes de la existencia humana y permiten alcanzar
mejores juicios sobre los mismos.