¿Y LA CLASE DE RELIGIÓN? II

Padre Pedrojosé  ynaraja  díaz

 

Que la supriman, me importa poco. Y continúo pensando lo mismo. Me refiero a las tierras donde habito y otras de semejantes condiciones.

Una de las glorias y bondades de la Iglesia es que en cualquier rincón pobre que se encuentre un misionero, se habrá un hospital, una procura y una escuela. Tal vez se trate de una  choza o de la sombra de un árbol.

Enseñar al que no sabe es una obra de misericordia. Advierto que enseñar al que no quiere aprender, es un suplicio al que se ven sometidos muchos maestros. Martirio inútil, añado.

El pueblo hebreo centraba su espiritualidad en el Tabernáculo de la Alianza. Llegado a la tierra prometida, Salomón edificó un templo. Era lugar de sacrificios rituales, súplicas y hasta de  aprendizaje (episodio de Ana y experiencia de su hijo Samuel ISm, 1,5ss).

En el destierro en Babilonia, surgió un lugar exclusivo de plegaria. Pese a que su finalidad fuera la oración, el hecho de ser lugar de convocatoria, resultaba ser también de aprendizaje.

A la vuelta del destierro, en el segundo Templo, mejorado por Herodes, alrededor del Santuario, bajo los pórticos, se sentaban los doctores y quien quisiera ser discípulo, lo hacía a su alrededor. Escuchando y preguntando, avanzando así  el conocimiento de la Ley. Jesús a sus 12 años,  mayor de edad legal, le denominaríamos nosotros, pasó tres días, bajo estos soportales, progresando a los ojos de Dios y los hombres. Pablo acudió a los pies de Gamaliel  (Hch22,3). Diríamos que a sus estudios de Tarso, añadió un master.

Jesús, pasada la vida de Nazaret, reconocido ya maestro, acudía los sábados a la sinagoga. Explícitamente lo mencionan los cuatro evangelistas. No se entretienen, excepto en el episodio de la lectura y explicación de Isaías, que fue un fracaso y puso en peligro su vida. También se menciona su asistencia a la de Cafarnaún. Pero para su predicación, para enseñar la Buena Nueva, prefería el aire libre o un lugar íntimo. El Cenáculo con los Apóstoles,  un domicilio con  Nicodemo.