Una oración en favor del amor
P. Fernando Pascual
15-2-2020
San Juan de Tufara (o san Juan el ermitaño) nació en 1084 y murió el 11
de noviembre de 1170.
Su fama parece pequeña a los
ojos de los hombres, pues se le conoce en pocos lugares, sobre todo en la
región de Molise (Italia) donde había nacido, y en algunas zonas cercanas.
Pero los santos no se
preocupan de la fama, ni del número de “me gusta”, ni de las visitas al propio
perfil.
Viven, florecen, para un
tiempo y para lugares concretos, pero sus enseñanzas pueden llegar lejos, de
modo invisible o con la difusión y el recuerdo de quienes conocen su historia.
San Juan de Tufara puede ayudar a muchos gracias a sus últimas
palabras, dirigidas a los religiosos que estaban a su lado, poco antes de morir.
Son una invitación que vale
para todos los tiempos, también para el nuestro. Son un estímulo a crecer en el
amor, en la unidad, en la concordia. Estas fueron sus palabras:
“Ámense, ámense siempre, hijos
míos. Aquel día o aquel momento en que dejen de amarse, se alejarán
desperdigados de este lugar sagrado.
Este precepto dio el
Evangelista Juan a sus discípulos, este lo dejo a ustedes: ¡amen!
Amen a Dios, nuestro primer y
último fin, amen a la santa Iglesia que es el camino de la salud, amen sus
almas con un amor divino, amen a todos y siempre por nuestro Señor.
Solamente así continuaré a
amarlos desde el cielo. ¡Oh! ¡El cielo, el cielo! Allí iré pronto a descansar y
desde allí no dejaré de contemplarlos.
Los amaré con un afecto divino
y les ayudaré más de lo que haya podido hacer aquí.
Finalmente, es allá donde les
espero. Vengan todos, cantaremos juntos las alabanzas de Dios”.