CORONAVIRUS-COVID-19
Padre Pedrojosé ynaraja díaz
El último comunicado que os dirigí, queridos amigos, al atardecer de
ayer día 14. Tenía fatigada la mente de pensar y rezar y si continuaba
haciéndolo, debía escribir mucho de lo que durante la jornada había
reflexionado. No sintiéndome con ánimos de hacerlo me despedía diciendo “hasta
mañana” debería haber puesto, a la antigua usanza castellana “Buenas noches,
nos dé Dios”
Continuo, pues.
Se ha divulgado por todos los medios, que los obispos habían
dispensado de ir a misa este domingo. Lamento que no aprovecharan la ocasión
para decir que la celebración del “día del Señor” es un precepto divino, que
debemos respetarlo, sin poder anularlo. La asistencia a misa, en la Iglesia
latina u occidental, es un precepto eclesiástico. (en
las Iglesias griegas u orientales, no existe tal mandamiento, pero, cuando
acuden, que son muchas, sus misas, Divina Liturgia la llaman en su propio
vocabulario, duran más de tres horas).
Ahora bien, la circunstancia en la que nos encontraremos los
encerrados con motivo de esta pandemia, es buena para reflexionar sobre el
sentido que tiene el domingo. Precisamente la oración litúrgica de hoy habla de
ello, recordándole a Dios el don que le ofrecemos de oración, ayuno y limosna.
Será bueno, pues, queridos lectores que os lo planteéis y lo estudiéis.
Esto es lo importante, no olvidando la gravedad en la que se
encuentran tantos cohabitantes nuestros.
Hay una cuestión de la que os quería hablar y espero que mis
explicaciones no os resulten, algunas de ellas, estrambóticas.
Se trata de una pandemia vírica. Me parece que las que hasta el
presente había sufrido la humanidad, eran bacterianas. Las víricas, creo saber,
no tengo categoría académica para asegurarlo, no habían pasado de epidemias.
Cambio de tercio.
Hace unos años apareció el problema
de las llamadas “vacas locas”. Se decía era causada por priones, intenté saber
algo de ello, pero lo único claro que saqué, es que los priones se parecían a
los virus, sin llegar a serlo y que el peligro en la tierra que vivo, estaba en
consumir chuletones, cosa inimaginable que pudiera hacerlo yo. Un amigo mío me
comentaba que su hijo, al que yo bauticé y quiero, era capaz de comerse dos en
un solo banquete. Cosas veredes, Sancho, que
no crederes.
He vuelto a desviarme.
Lo segundo que hice, después de orar sinceramente, es consultar
enciclopedias para ilustrarme un poco respecto a los virus, pues creo que en mi
bachillerato de siete cursos, acabado en 1950, nada había estudiado respecto a
ellos y mis nociones de los que creía eran singulares bichitos, eran muy
generales y confusas.
Los virus, por lo que he leído, no pertenecen a ninguno de los tres
reinos que generalmente están clasificados los seres existentes. No llegan a la
categoría de células. Son seres que precisan juntarse a las bacterias y en su
seno y a partir de su seno, desplegar su acción. O juntarse uno a otro,
desconociendo yo sus consecuencias.
Son tan pequeños que no son visibles mediante el microscopio óptico.
Leí que sí, valiéndose del microscopio electrónico, en el caso de algunos. Pero
no hay que olvidar la peculiar tecnología de este instrumento y en consecuencia
de sus imágenes. Omito, para no cansar, lo que se me ocurrió entonces.
Más tarde pensé que si no eran seres vivientes, pero sí existentes, incapaces
de soledad autónoma, podía compararlos a otros seres también existentes,
carentes de muchas entidades que son nuestras y que irresponsablemente les
atribuimos.
Aterrizo la disquisición que ya os dije, queridos lectores, podéis
considerarla estrambótica, no me ofenderéis. Me dije, los virus en su
existencia, se deben parecer a los ángeles caídos en la suya. Obsérvese que no
he escrito, y hubiera podido hacerlo, ni demonios, ni diablos, ni otras yerbas
semejantes. Pretendo que olvidéis inexactas o tal vez ridículas,
representaciones plásticas o teatrales, sin fundamento lógico alguno.
Conviene ahora tener en cuenta, pues, que los ángeles caídos son seres
serios, malignos, peligrosos, de los que debemos protegernos mucho más que de
los coronavirus-covid19.
Cambio de tercio. Durante mi niñez, recuerdo haber visto en mi casa
una pequeña pieza bordada y ovalada llamada “detente” (en realidad, detente
bala). Se entregaban a los jóvenes que las circunstancias de aquel tiempo les
conducían a la guerra civil. La mayoría iban sin desearlo. Era un regalo
sincero e ilusionado. Recuerdo que mis hermanas, adolescentes las dos
entregaron algunas. Era una manera de ayudarles con la oración y también un
gesto romántico, no lo dudo. Pues bien, estos días, revolviendo
cosas antiguas, he encontrado un “detente” que no es de aquel tiempo, tampoco
sé de donde procede, es parecido a aquellos porque no aparece la palabra
“bala”. No lo considero fetichismo, por más que a algunos les pueda parecer. He
escaneado la imagen y la llevo conmigo y siempre que la miro reflexiono
sinceramente pensando y orando: el Corazón de Jesús está conmigo. Como he
constatado que me sirve a mí de corta plegaria, he pensado que os lo podía
adjuntar, tal vez os resulte útil espiritualmente como a mí lo es. Compruebo
ahora el acierto de esta edición, la han diseñado en el tamaño común y
universal de las tarjetas de crédito.
Permitidme que os diga, en plan de curiosidad y sin ninguna
implicación, que en la formula de los líquidos de
desinfección, aparece el alcohol isopropílico, el
mismo que se utiliza para limpiar pantallas de ordenador, o cualquier circuito
electrónico, u otros usos semejantes. Desde que lo he sabido, miro mi botellita
de limpieza y digo interiormente: ¡Dios mío, ojala sea yo en tu campo, tan
útil, transparente y humilde como este líquido!.
Desearía que fuerais conscientes de que esta encerrona la podríais
aprovechar para practicar la oración en familia. Los que hayáis venido a la
“pequeña iglesia” junto a mi casa, recordaréis que hay una imagen de la Virgen
del Carmen. En tiempos de la guerra civil, a su alrededor rezábamos el rosario
toda la familia y al marchar mi padre a trabajar, durante el cuarto de hora que
duraba el camino hasta la estación, que eran los momentos más peligrosos, los
que quedábamos, tratábamos de que nuestra plegaria le protegiese y rezábamos
confiados. Tal imagen se convirtió en nuestro oratorio familiar, por eso la
conservo y saludo diariamente con cariño.
Acabo recordándoos un detalle. En muchos pueblos y ciudades, se
celebran procesiones u otros ritos religiosos y festivos que llaman “voto del
pueblo” es un compromiso agradecido de la ciudadanía que recuerda alguna ayuda
de lo Alto que recibió en tiempos pasados. Generalmente el compromiso lo
adquirían las autoridades tanto religiosas como civiles.
(en el primer pueblo que ejercí el
ministerio, existía, la procesión a una ermita que recibía el nombre de ir “a
matar la cuca” recordando la eliminación de un bicho que exterminaba sus
cosechas hace siglos. Tres parroquias se reunían, celebraban misa juntas y
después, en la cercana fuente que manaba agua fresca, comíamos alegremente la
tortilla de patatas fría, que nunca olvidábamos llevar, una delicia)
Los medios públicos instruyen y recomiendan ocupaciones para estos
días de alarma, durante los que hay que permanecer en casa. Os advierto que a
nadie se le prohíbe ir a misa. Hoy domingo, a la distancia, y previa
desinfección de las manos, he celebrado la misa sin cantos ni homilía, pero con
la asistencia de una persona cuya compañía he agradecido.
Lo que os pueda enviar más tarde puede serviros para entonar la
encerrona, jornadas muy adecuadas para comentar los padres cristianos la Fe que
sostiene su vida y la Esperanza que la alegra, con sus hijos,que tal vez se hayan alejado de tales vivencias.
Cosas veredes, Sancho, que
no crederes.
No me molestará que al próximo e-mail que recibáis le hagáis poco caso
.Un abrazo a distancia y
cordialmente
pedrojosé ynaraja díaz