Ideales manipulados
P. Fernando Pascual
21-3-2020
Un ideal bueno sirve para
estimular, para sacarnos de la modorra y para tomar decisiones con las que
mejorar la vida en familia, en el barrio, en el país.
Pero hay quienes manipulan
ideales buenos para promover el mal, para engañar a la gente, para imponer
ideologías injustas.
El ideal que lleva a promover
la salud para todos puede ser usado para una huelga general que al final daña a
los mismos enfermos.
El ideal de la justicia,
manipulado por populistas sin escrúpulos, ha servido en el pasado, y todavía
sirve en el presente, para asesinar a inocentes simplemente por pertenecer a
tal o cual categoría social.
El ideal de la democracia,
puesto en manos de políticos sin escrúpulos, ha llevado y lleva a leyes con las
que personas y asociaciones que defienden propuestas plenamente aceptables
quedan marginadas, incluso excluidas, de la vida pública.
La lista es larga, pero
refleja ese aspecto dramático de la existencia humana: la posibilidad de usar
lo que es bueno para el mal, de corromper ideales nobles para suscitar odios,
guerras, matanzas entre la gente.
Frente a quienes promueven
ideales manipulados, existen miles de hombres y mujeres que recurren a los
ideales de modo justo, honesto, sencillo, abierto.
No estigmatizan a los “adversarios”
con insultos que martillean. No excluyen a los que tienen propuestas diferentes
y legítimas del debate público. No promueven huelgas salvajes ni comités de
barrio orientados a la persecución de los “enemigos”.
Los hombres y mujeres que, al
defender los ideales, saben respetar a los otros, generan sociedades abiertas e
inclusivas, dialogantes y sanamente democráticas.
Gracias a ellos el mundo puede
evitar la repetición de dramas inmensos como los del nazismo, comunismo,
maoísmo, y tantas otras ideologías dañinas que todavía hoy manipulan ideales
buenos.