ORACIONES JACULATORIAS

Le comenté que iba a hablar y escribir sobre las oraciones jaculatorias. Me dijo: te cuento un chiste…

“Virgencita, Virgencita, te pido un novio para mi hermana, si le conviene, si le conviene… Y para mí, aunque no me convenga…”

Ja,ja,ja… Bueno, no es exactamente eso. Y nos reímos los dos.

Un piloto conducía un avión con sus pasajeros… De pronto, apareció un serio problema. Y el piloto, andaluz simpático, enseguida: Ozú, intentando salir del trance. Bueno, acudir a Jesús en momentos de peligro, eso ya sí se puede considerar una jaculatoria.

Jaculatoria es una oración breve que va de nuestro corazón al Corazón de Dios.

Algunas están en la Escritura: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo” manifestando arrepentimiento, como le pasó a San Pedro. “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí” como pidió el ciego, a la salida de Jericó, a la vera del camino por donde pasaba Jesús.

Otras son de toda la vida: “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”. “Corazón dulcísimo de María, sed la salvación del alma mía”. Me dijo, no sabes el bien que hace a mi alma…

Otras se las inventa cada uno y manifiestan la situación del alma en ese momento.

Un buen sacerdote recomendó a una señora, que le hizo partícipe de su dolor, unas jaculatorias de abandono de San Josemaría:

“Señor, Dios mío, en tus manos abandono lo pasado, lo presente y lo futuro. Lo pequeño, lo grande. Lo poco y lo mucho. Lo temporal y lo eterno”.

“Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima voluntad de Dios, nuestro Señor, sobre todas las cosas. Amén. Así sea”.

Repetirla despacio, conscientes de lo que decimos, aceptando la voluntad de Dios, por dura que sea, cuando aparece el anonadamiento, paladeándolas, serán una caricia del Cielo para el alma.