YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS
Padre Arnaldo Bazan
Fue Ortega y Gasset, el conocido filósofo
español, quien acuñó esta frase que se ha repetido hasta la saciedad: "Yo
soy yo y mis circunstancias".
Nadie podrá negar al pensador el mérito de haber
apuntado en ese senitdo hacia una definición más
completa del ser humano.
Quiero compartir con mis lectores algunas
consideraciones al respecto.
SOY DE UN
LUGAR
Que yo haya nacido en un lugar determinado ha
dependido de muy diversos factores. Pude haber nacido, desde luego, en otra
parte, y haberme criado en otro ambiente totalmente diferente, aunque es casi
imposible decir que pude haber tenido otros padres, pues lo que determinó que
yo naciera fueron circunstancias precisas e irrepetibles. En ese caso ya no
hubiera sido YO.
Sabemos, sin embargo, de multitud de casos en
que los padres dejan, por propia voluntad o en contra de ella, el lugar donde
viven, para ir a otro sitio.
No fue ese mi caso. Mis padres me concibieron y
me criaron allí donde vivían, y allí recibí todas las influencias que habrían
de formar mi personalidad. Es bien sabido la importancia que tienen los diez
primeros años en la existencia de cada quien.
Otros, sin embargo, han sido concebidos en un
sitio y nacidos en otro. Pienso en la multitud de personas cuyas vidas han sido
tocadas por el simple hecho de que en su país reinaba un tirano o las
condiciones económicas se hacían intolerables.
SOY DE UNA RAZA
Pero el haber nacido en un lugar no es todo.
Pertenezco también a una raza, y esto condiciona, en buena manera, la forma en
que fui criado. Si mis padres hubieran emigrado de un país asiático o africano,
mi educación hubiera sido, posiblemente, muy distinta.
He conocido hijos de árabes, chinos o japoneses,
cuya niñez transcurrió en otro marco cultural o religioso, a pesar de vivir en
la misma ciudad y concurrir a los mismos colegios. Aunque esto último hizo
variar la formación que hubieran recibido de haber permanecido sus padres en su
país de origen, su formación no pudo ser exactamente igual a la mía, hijo de
padres cubanos y de ancestros españoles.
El problema de la raza puede llegar a ser mucho
más dramático si se enfrentan, además, prejuicios y discriminaciones, como ha
sido el caso de las personas de color o los indígenas de muchos países.
TENGO UNA
RELIGIÓN
Pertenecer a una religión se determina, en gran
manera, por todo lo anterior. Si mis padres hubieran sido judíos o árabes, es
posible que yo fuese israelita o musulmán en materia de religión.
No es que yo diga que las convicciones
religiosas son heredadas o recibidas. Eso es algo muy distinto. Pero es
innegable que la formación religiosa que uno recibe en la niñez condiciona, muy
fuertemente, lo que uno sea posteriormente.
Aunque soy un sacerdote, mis padres no fueron
los que más influyeron en mí en esta materia. Y aquí podríamos recordar las mil
y una variantes que hay en la vida de los seres humanos y las circunstancias
que influyen para que uno forme una personalidad
totalmente única.
En realidad, mis padres no eran practicantes. Se
llamaban católicos, pero su vida no respondía a esta aseveración en cuanto a
práctica religiosa se refiere, que en cuanto a otras cosas podría decir que
eran maravillosos.
Tuve la suerte de que mi madre consiguiera, para
sus dos hijos mayores, una beca en el afamado colegio que los padres Escolapios
tenían en mi ciudad natal. Sin embargo, aunque allí comencé a conocer a Dios,
nunca sentí ninguna atracción por ser sacerdote.
Un compañero me introdujo como monaguillo de las
religiosas Reparadoras, que tenían un convento en la ciudad, bien cerca del colegio,
y fueron éstas las que me hablaron, por primera vez, de la posibilidad de
llegar al sacerdocio. Parece que sus oraciones consiguieron para mí esa gracia.
La circunstancia de haber entrado en su convento influyó sobremanera en mi
decisión.
TENGO UNA
CULTURA
Es muy difícil definir la cultura. Esta palabra
puede designar el bagage intelectual que uno ha ido
adquiriendo con el paso del tiempo, lo mismo que el entorno cultural en el cual
uno se encuentra inmerso.
Tanto lo uno como lo otro marcan las formas en
las que uno se desenvuelve. Lo hacen “diferente”. Lo que no significa, en
manera alguna, mejor o peor.
El haber sido criado de la manera que fue, el
haber estudiado tales o cuales materias, el haber viajado por tales o cuales paises, el haber trabajado en estas o aquellas situaciones,
ayudan a la formación de la personalidad, cambiando las posibilidades
existentes.
¿Seríamos los mismos si estas variantes no
existiesen? De ninguna manera. Son tambien
“circunstancias” que influyen poderosamente en lo que uno es como ser humano.
Otras muchas cosas podríamos agregar. No es lo
mismo ser hombre o mujer. No es lo mismo ser pobre que rico. No es lo mismo ser
de aquí o de allá.
Esas circunstancias, distintas en cada uno, son
las que han ido ayudándonos a crear lo que somos. En muchas no hemos tenido la
menor influencia. Con todo, en último termino, Dios
está siempre presente detrás de ellas, y somos ante El responsables de lo que
conscientemente hagamos.
No podemos maldecir las circunstancias que nos
han rodeado. Es verdad que no siempre han sido las mejores. Pero, fuera de
casos extremos, creo que en todo caso encontramos la oportunidad para trabajar
con ellas y hacer de nuestras vidas algo útil y valioso.
Esta es nuestra lucha y nuestra responsabilidad.
Arnaldo Bazán