CAMINA EN NOSOTROS
Sin
respetar la distancia que nos sugiere la situación en la que estamos inmersos,
Jesús camina en nosotros diaria y constantemente.
Sus
pasos son nuestros pasos en la medida en que nos animamos a correr riesgos.
No
es fácil acostumbrarse a compartir con un Jesús que, en oportunidades, no es
fácil descubrir y, por lo tanto, escuchar para vivir.
Todo
implica de nosotros un prolongado esfuerzo de intentar saber mirar.
Saber
mirar para no quedarnos, simplemente, en lo que vemos sino poder ejercitarnos
en aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos”
El
otro nos puede mentir, defraudar, frustrar pero nunca lo hace el Jesús que está
en él.
Por
sobre lo que podemos ver del otro debemos saber mirar lo que Jesús, desde el
otro, tiene para ayudarnos a ser mejores personas.
Es,
siempre, encontrarnos con un alguien que no nos va a defraudar o desilusionar.
Así
como Jesús nos llega desde los demás es muy importante asumir que también lo
hace desde nosotros.
Camina
en nosotros. ¿Qué Cristo transmitimos a los demás?
Puedo
transmitir a un alguien que no se involucra en la vida de los demás. Un alguien
que solamente hace referencia a una vivencia interior despojada de lo esencial
de nuestra condición de personas que es ser seres en relación.
Puedo
transmitir a un alguien que vive, porque desde nuestra comodidad así se lo
imponemos, en un distanciamiento social permanente. Lo transformamos en un
alguien que hace y dice a nuestra realidad interior pero que no nos lleva a
demostrarlo en nuestro actuar o vivir. Lo hemos encerrado en un templo o en
nuestro interior y no le permitimos salir a la calle puesto que ello es
demasiado comprometedor.
Puedo
transmitir a un alguien a quien dejo introducirse en mi vida y me hace actuar
en consecuencia. Hacer tal cosa es vivir en un aprendizaje constante y en una
búsqueda permanente.
Quienes
viven esta última postura mencionada saben que lo hacen desde su realidad y
ello implica la constante posibilidad de equivocarse y la permanente búsqueda
de nuevas oportunidades.
Las
dos primeras posturas mencionadas son muy seguras y tranquilas pero, si lo
miramos bien, están muy lejos de ser fieles a lo que nos enseña el Jesús de los
relatos evangélicos.
Camina
en nosotros pues todo lo nuestro dice de Él.
Mil
veces es preferible equivocarse por estar en constante búsqueda a ser fieles a
su propuesta que no equivocarnos por quedarnos de brazos cruzados haciendo
nada.
Nuestra
realidad de cristianos nos debe llevar, necesariamente, al compromiso con la
realidad de los demás. Era lo que realizaba Jesús y es lo que nos pide hagamos
nosotros.
Hoy
en día se han multiplicado las muestras de solidaridad y no podemos estar al
margen porque Jesús fue solidario con los que acudían a Él en busca de su ayuda.
Sin
duda que Jesús no curó a todos los enfermos ni les dio de comer a todos los con
hambre de su tiempo. Lo hizo solamente con algunos que se llegaron hasta Él.
No
nos pide a nosotros intentemos solucionar todos los problemas del hoy pero sí
nos solicita involucrarnos, en la medida de nuestras posibilidades, con la
realidad en la que estamos inmersos.
Desde
cada realidad se llega hasta nosotros solicitándonos hagamos algo para que
otros puedan ayudarse.
Desde
cada realidad se llega hasta nosotros para solicitarnos una voz de esperanza,
una sonrisa cercana y un corazón solidario.
Desde
cada realidad se llega hasta los demás para hacerles saber que no están solos y
que a Él le importan.
Camina
en nosotros para que nuestro actuar ayude a que el amor crezca entre todos, la
cercanía sea una realidad y la fraternidad una expresión sincera.
Camina
en nosotros y asumir tal cosa debe convertirnos en testigos desde lo que
hacemos aunque muchas veces nos sintamos cansados o desanimados.
Padre
Martin Ponce de León SDB