PARA CAMINAR CON ÉL
Sin
duda que este tiempo de “pandemia mundial” ha hecho despertar la solidaridad y
la misma ha encontrado diversas formas de manifestación.
Pero,
también, ha permitido surgir ese comportamiento, bien propio de la condición
humana, cargado de individualismo egoísta.
No
hace mucho, en una reunión, se planteaba la necesidad de brindar atención a un
grupo de niños en situación vulnerable.
La
mejor propuesta surgida era poder organizar una recolección de insumos para
armar unas canastas y hacérselas llegar. Una de las presentes frenó la idea con
argumentos contundentes. Era necesario organizar algo que llegase directamente
a los niños ya que algunos padres vendían las canastas recibidas para poder
obtener algún dinero con lo que poder adquirir otras cosas para ellos.
Este
tipo de conducta puede resultar frustrante para quienes intentan fomentar la
solidaridad y es real.
Para
caminar con Él es necesario ser muy realistas.
Lo
nuestro no pasa por solucionar los problemas de los demás sino por poder
ayudarles para que se ayuden.
Lo
nuestro no pasa por realizar aquello que los demás no quieren realizar por
ellos mismos.
Puedo
y debo dar una mano pero nunca mi mano suplirá la mano de quien la recibe.
Para
caminar con Él es necesario ser desinteresado.
Damos
porque podemos o porque está a nuestro alcance pero no podemos pretender nada
del hecho de haber dado.
No
es fácil dar sin esperar a cambio puesto que, muchas veces, interiormente,
esperamos algo.
Esperamos
el reconocimiento a nuestra tarea y ello puede resultar frustrante puesto que
la gratitud muchas veces puede ser olvidada.
Esperamos
algún cambio de conducta por lo que se hace y ello puede ser desilusionante
puesto que los cambios pueden llegar no en el tiempo que lo deseamos sino
cuando ellos lo determinen. Los cambios pueden no ser lo que esperábamos sino
los que ellos entienden deben realizar.
Jamás
podemos pretender que los demás actúen conforme lo que nosotros pensamos puesto
que cada uno de ellos es distinto a nosotros y debemos saber aceptar esa
premisa.
Para
caminar con Él es necesario ser muy respetuosos.
Solamente
podemos entender a los demás en la medida que somos capaces de poder aceptar
sus códigos e intentar ver las cosas desde allí.
Para
que tal cosa sea posible debemos intentar entender a cada uno y su realidad y
tal cosa conlleva cercanía y mucha paciencia.
En
oportunidades podemos pensar que hemos podido comprender determinadas formas de
pensar y acto seguido descubrimos que estamos muy lejos de haberlo realizado.
Debemos
saber respetar muchísimo los tiempos de los demás. Tiempos en los que pueden
abrir o cerrar la puerta de su interioridad para que nos asomemos o para
dejarnos afuera.
No
debemos presionar con interrogatorios que pueden resultar estar una intimidad
que no quiere ser dejada al descubierto en ese momento. Es preferible callar
que intentar saber cosas que, por el momento, no se nos quieren confiar.
Para
caminar con Él es necesario saber esperar.
Nada
de lo nuestro debe resultarnos indiferente. Siempre, los primeros beneficiados
con nuestro actuar debemos ser nosotros mismos.
Somos
nosotros quienes aprendemos y recibimos por más que podamos pensar ayudamos y
damos.
En
oportunidades esperamos de los demás y nos olvidamos que somos los primeros
necesitados de un cambio.
Realistas,
desinteresados, respetuosos, sabiendo esperar porque así actúa Jesús con
nosotros.
Padre
Martin Ponce de León SDB