Prevenir el contagio de ideas
dañinas
P. Fernando Pascual
16-5-2020
Una enfermedad puede
difundirse rápidamente a través del aire. Una idea, como ha sido explicado por
algunos, también se expande con velocidad semejante a un contagio viral.
Si para evitar el contagio de
virus dañinos tomamos medidas serias, incluso exigentes, ¿cómo habría que
actuar para que ideas dañinas no contagien las mentes y los corazones de las
personas?
Una de las mejores maneras
para prevenir un contagio consiste en mantener en excelentes condiciones
físicas a las personas. También en el ámbito de las ideas, mentes críticas y
corazones serenos están mejor dispuestos para discernir entre ideas buenas e
ideas dañinas.
Al mismo tiempo, algunas
ayudas externas evitan la difusión de una enfermedad infecciosa: aislamiento de
los enfermos, protección especial hacia las personas más vulnerables.
Algo parecido ocurre con ideas
engañosas, con mentiras y calumnias que pueden provocar graves daños: vale la
pena denunciarlas, aislarlas, y ayudar para que la gente no sucumba a su efecto
nocivo.
Es cierto que muchas
sociedades consideran un peligro establecer censuras y límites a la difusión de
las ideas: ¿quién dice qué idea sea buena o mala?
La historia ha mostrado
cuántos abusos se han cometido en nombre del bien del Estado, de la raza, del
partido, de la clase, de la revolución... Miles de seres humanos han terminado
en la cárcel, o han perdido derechos fundamentales, porque sus ideas han sido
consideradas negativas por los dictadores de turno.
Pero sin caer en esos abusos,
se pueden promover estrategias sencillas para que cuanto antes una idea
negativa sea denunciada desde la verdad, en el respeto hacia los derechos de
todos, y con el deseo de evitar el engaño en el que puedan incurrir miles de
personas.
Buscar modos para prevenir el
contagio de ideas dañinas no es fácil, pero resulta posible sobre todo con una
educación ajena a las ideologías, que introduzca a niños, jóvenes y adultos en
un sano espíritu crítico con el que evaluar maduramente qué pueda ser verdadero
y qué estaría herido por la falsedad.
De este modo, junto a las
muchas medidas que se toman para evitar el contagio de enfermedades peligrosas,
lograremos que en el mundo de las ideas haya un buen sistema inmunitario. Así
se mantendrá vivo el ideal de Sócrates, que era intransigente con lo falso
mientras buscaba con ardor todo lo que fuera verdadero, bello y bueno.