NUESTRO
DESTINO
Al
final de sus días, según los relatos evangélicos, Jesús se fue a la casa del
Padre.
Era
un sentimiento religioso propio de su tiempo el que aquellas personas que había
realizado una vida trascendente, luego de su muerte, era llevado al cielo.
Los
evangelios quieren mostrarnos esa realidad de Jesús.
Lo
suyo no se detuvo en enseñanzas profundas de humanidad sino que quien opta por
un estilo de vida como el suyo no finaliza su existencia con la muerte sino que
continúa su existencia junto a Dios.
Lo
humano, en Jesús, es tan intenso que se prolonga en la comunión con lo divino.
Lo
suyo no concluye con la muerte y resurrección sino que tiene una postrer
enseñanza para brindarnos.
Lo
suyo concluye en el cielo. En la plenitud de lo divino.
De
allí provenía. Hacia allí se dirige.
Después
de haber trabajado incesantemente por la construcción del Reino de Dios
concluye su realidad en la plenitud de ese Reino.
No
pretende otra cosa que mostrar el camino que espera a aquellos que, con amor y
gozo, siguen sus pasos.
El
destino del ser humano no es otro que retornar a su origen.
Ha
salido de Dios y debe retornar a Él.
Para
ello, Jesús se hace “nuestro camino”. Lo suyo siempre nos conduce a la
plenitud.
Pero
para poder hacer nuestro lo de Jesús debemos optar por ese camino que Él nos enseña con su estilo de
vida.
No
es un camino que podemos transitar ubicándonos de espalda a la realidad de
nuestros hermanos ni encerrados en la aparente seguridad de un templo.
Jesús
hizo de su vida un salir y vivir a la intemperie sin dejar de tener en cuenta
todos los riesgos que tal cosa implicaba.
Supo
vivir a la intemperie y ser coherente con ello.
Hizo
de su vida un encuentro constante con aquellos que tenían necesidades y acudían
a Él en busca de una solución.
No
temió ponerse, en varias oportunidades, al margen de la religión de su tiempo
con tal de demostrar que ella había perdido lo más importante que era el amor
al prójimo.
No
temió dejar de lado principios y costumbres con tal de demostrar que la persona
del otro es más importante que la letra de algún principio o norma establecida.
Lo
criticaron, lo censuraron y lo persiguieron pero Él supo vivir en coherencia
con lo que proclamaba y así nos mostró a Dios pleno de misericordia para con el
otro.
Por
su coherencia supo ganarse la ida al cielo y mostrarnos un camino pleno de
certezas.
Jesús
es un camino seguro y su vida así nos lo demuestra.
Para
ser plenamente personas y, por lo tanto, plenamente felices, Él se nos presenta
como opción de vida.
Podría
imponerse pero, al igual que el Padre Dios, se nos muestra para que en el uso
maduro de nuestra libertad optemos por su estilo de vida.
Cuando
nos acercamos a profundizar en su vida nos encontramos con alguien que es
profundamente humano.
Vivía
a Dios intensamente y por ello siempre dispuesto a dar una mano a quien le
necesitare.
Todo
lo suyo no es otra cosa que una acabada lección de amor hecho cercanía.
Vive
el amor yendo al encuentro de los demás. Vive el amor brindando a los demás lo
mejor de sí. Vive el amor hasta, en su cruz, mostrar cuanto es capaz de amar
El
suyo es un amor realista y cargado de demostraciones.
Es
suyo es un amor que no se detiene sino que siempre está en actividad y
crecimiento.
Por
todo ello es que lo suyo no termina aquí sino que se dirige a la casa del Padre
porque ese es el destino de todo aquel que vive lo que Él.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB