CADA
DÍA SU AFÁN
EL
HIMNO DE LA CREACIÓN
El salón de actos estaba abarrotado de personas que
deseaban asistir a un debate anunciado sobre la fe. Aquel profesor universitario
de filosofía comenzó diciendo que por honestidad científica no podía ser
creyente. Y no tenía inconveniente en exponer sus razones.
En primer lugar, él admitía la hipótesis del Big Bang y la teoría de la evolución de las especies. Es más,
la misma experiencia le demostraba cómo se desarrolla la vida sobre la tierra.
Sin embargo, la Biblia le presentaba la creación del
mundo por una decisión de Dios y una especie de orden mágica, totalmente
indemostrable. Además, el texto bíblico encerraba todo el proceso de creación
del planeta y la aparición de las especies vivientes en un estrecho marco de
siete días que es evidentemente imposible.
Así pues, por una elemental coherencia, para él era
imposible creer en un mito semejante. Prefería moverse en un ámbito a la vez
racional y experimental.
El teólogo, respondió que ya Pío XII aprobaba de algún
modo la teoría de la evolución. Y admitió
que la hipótesis del Big Bang tiene el valor
de ofrecer algunas respuestas inmediatas, a pesar de las preguntas que deja en
suspenso. De hecho así lo reconocía ya su creador, el sacerdote Georges Lemaître, profesor en la Universidad Católica de Lovaina.
Además, advirtió que el primer capítulo del Génesis no es
un tratado científico sobre la creación, sino un himno de alabanza al Creador.
En realidad, es un canto litúrgico, semejante a las “peticiones de los fieles”.
De hecho, recuerda una obra de la creación, añade una especie de invitación y
una respuesta entusiasta de toda la asamblea, que proclama la bondad de cada
obra, diciendo: “Y vio Dios que era bueno”.
Es claro que un poema no ofrece explicaciones científicas.
Es necesario aprender a leer poesía. Más
necesario aún es aprender a contemplar la belleza. Y si uno es creyente, ha de estar
dispuesto a contemplar y agradecer a Dios este don asombroso de la creación, que
ha sido confiado a nuestra responsabilidad.
En privado, el filósofo dijo después al teólogo que nunca
le habían explicado el género literario de esa primera página de la Biblia, y
que admiraba los progresos en la interpretación bíblica, que él desconocía.
Pues bien, el miércoles 20 de mayo de 2020, en su
catequesis semanal, el papa Francisco nos ha invitado a orar contemplando la
creación, diciendo: “La primera página de la Biblia se parece a un gran himno
de acción de gracias. El relato de la Creación está ritmado por ritornelos
donde se reafirma continuamente la bondad y la belleza de todo lo que existe”.
Ese himno con el que se abre la Biblia nos lleva a alabar
a Dios por la belleza de sus obras. Habrá que enseñar a leer poesía para acompañar
la fe de nuestros hermanos. Y orar leyendo el libro de la naturaleza, como ya
decía san Agustín
José-Román Flecha Andrés