COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO (1,2)
CAPÍTULO PRIMERO: DOS

Padre Arnaldo Bazán

"...y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones" (1,16-17).

Aunque nunca llegaron a tener relaciones sexuales, la Iglesia siempre ha considerado que entre María y José hubo un verdadero matrimonio.

Esto es corroborado por la misma Escritura, ya que vemos que Mateo llama a José “el esposo de María”.

Dios, que todo lo puede, no podía, sin embargo, violentar la libertad que El mismo nos había concedido para que fuésemos dignas criaturas suyas.

De ahí que tampoco iba a violentar las convenciones y leyes que se fueron creando poco a poco, a veces totalmente distintas según los pueblos.

Entre los judíos se veía muy mal que una mujer tuviera un hijo sin estar casada. Esto era contrario a la Ley de Dios, y como tal se rechazaba.

Por otro lado, prácticamente todos los derechos le correspondían a los hombres, así que una mujer sin marido era un caso raro. Mucho más si esta mujer tenía un hijo. Esto era mal visto por todos.

Dios, que había puesto el matrimonio como la norma de su voluntad para las relaciones entre hombre y mujer, la cumplió ahora al decidir que su Hijo no apareciese en forma humana, sin ser verdadero hombre, sino “nacido de mujer, nacido bajo la Ley” como dice san Pablo (Gálatas 4,4).

Por otro lado no quería que su Hijo naciese de una relacion sexual entre hombre y mujer, pues por algo era “su Hijo”.

La elección de José, por tanto, fue un llamado de colaboración entre él y Dios. Si bien José no sería el verdadero padre, tendría el grandísimo honor de aparecer en todo como si lo fuese. Así vemos que cuando Jesús vuelve a Nazaret, después de haber comenzado su labor apostólica, todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: “¿No es éste el hijo de José?” (Lucas 4,22).

No le fue fácil a José cumplir esta misión. Tuvo que cambiar todos sus planes para aceptar, dócilmente, la voluntad de Dios.

¿No es eso lo que nos pasa a todos cuando de verdad amamos a Dios? Si queremos servirlo tenemos que poner nuestros planes a un lado, para hacer lo que El pide de nosotros.

Arnaldo Bazán