COMENTARIOS AL
EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO PRIMERO: 3
Padre Arnaldo Bazán
"La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su
madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos
ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo"(1,18).
Hay una extendida creencia, desde los primeros tiempos, que
María, inspirada por el Espíritu Santo, ofreció a Dios su vida desde su
infancia. Es decir, que ya desde entonces estaba dispuesta a permanecer virgen
para siempre.
Esto, desde luego, no es un dogma de fe. Por otro lado, esto
sólo pudo ocurrir si hubo de hecho una inspiración de lo alto, pues en esos
tiempos era inconcebible para una muchacha judía una idea de ese género.
Lo que es muy cierto es que los planes de Dios para ella iban
en esa línea, aunque tenían que incluir, necesariamente, el matrimonio.
Podríamos preguntarnos por qué. Pues mi sencillo. Si María
hubiera concebido a Jesús sin tener a su lado un marido, todos la hubieran
tenido por una cualquiera, y hubiera sido vilipendiada y a su hijo se le
consideraría un bastardo.
¿Podría permitir Dios algo así para su Hijo? Desde luego que
no. Por eso incluyó en sus planes, aún sin que él lo supiera, al justo José,
del que estaba seguro aceptaría gustoso la voluntad divina.
Los desposados o prometidos, en Israel, eran ya considerados
como esposos, aunque regularmente no vivían juntos. Casi todos esperaban un año
para realizar la fiesta de bodas. Pero algunos no esperaban. Si después de los
desposorios decidían juntarse, quizás para evitar los grandes gastos en los que
se incurría en una fiesta de bodas, que solía durar toda una semana, no se
consideraba incorrecto.
Esto pudo ocurrir en el caso de María y José. Nada se dice en
los evangelios de una fiesta de bodas. Y nadie les hubiera reprochado
absolutamente nada.
Por Lucas sabemos (1,26-38), que el ángel Gabriel habia visitado a María para anunciarle que había sido
escogida por Dios para ser la madre del Mesías. José tendría que esperar tres
meses, los que María pasó en casa de su parienta Isabel, para darse cuenta de
lo que estaba ocurriendo en ella.
No podía José entender nada, pues sabía muy bien qué clase de
persona era María. Estaba sufriendo de veras ante algo que nadie podría
desmentir, el embarazo de quien iba a ser su esposa para siempre, y la
convicción de que él nada había tenido que ver con ello. Dios permitió esta
prueba para purificar a José y prepararlo a aceptar una misión transcendental:
renunciar a María como mujer para convertirse en el guardián del Hijo de Dios y
su madre.
Arnaldo Bazán