COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO PRIMERO: 5

Padre Arnaldo Bazán

"Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (1,20-21).

Mateo describe todas las revelaciones que José tuvo como si las hubiera recibido en sueños. Dios hace las cosas a su manera, y El se vale de mil medios para indicarnos su voluntad.

Ciertamente hay personas que le dan demasiada importancia a los sueños, pero cuando se trata de una revelación de Dios no puede haber dudas sobre lo que Dios quiere para quien la recibe.

Así José no tuvo dudas de que era el propio Dios, por medio de un ángel, quien le estaba revelando el misterio, gracia esta por la que el tanto había orado, pues se sentía morir ante la decisión que pensaba tomar.

Se despertó, pues, lleno de paz, pues ahora sabía que el Hijo que María llevaba en sus entrañas era alguien especial, engendrado por obra del Espíritu Santo.

Por las palabras del ángel, y conociendo como todo judío las Escrituras, pues cada sábado se leían y comentaban en las sinagogas, pudo deducir José que se trataba del Mesías.

Esto tuvo que producirle una inmensa emoción, pues él era un privilegiado, alguien con quien el Señor contaba para realizar una misión importante.

Poco a poco iría conociendo más detalles. Pero lo cierto es que lo que Dios pedía de él no era una tarea fácil. Aparte de la renuncia que tenía que hacer de María como mujer, convertirse en guardián y protector de Madre e Hijo era una responsabilidad tremenda.

Pero cuando se ama a Dios y uno puede conocer lo que El desea, el alma se siente totalmente entregada a hacer la voluntad divina, aunque ésta sea incluso dar la vida misma.

Dios exige de cada uno de nosotros que cumplamos nuestra particular misión en el plan de salvación que El tiene para toda la humanidad.

No nos pide, ordinariamente, algo tan extraordinario como lo que le pidió a José. Pero en toda entrega tiene que haber renuncia y dolor. El que quiera pasar su vida sin compromisos, buscando sólo lo que le agrada, reclamando de los otros lo que le interesa, pero sin dar nada a cambio, está destruyendo el plan divino y arriesgándose a perderlo todo por su necedad.

José era un pobre artesano, carpintero le llamaron, pero con un corazón grande para dar. Por eso es hoy el Santo Patrono de la Iglesia Universal.

Arnaldo Bazán