Voz del Papa
Una oración confiada
José Martínez Colín
1) Para saber
Una
niña llamada Laurita rezaba en voz alta siempre antes de acostarse. Un día su
abuelita estuvo de visita. Al irse a dormir, Laurita rezó con voz fuerte:
“Gracias Niño Jesús por todo lo que me diste este día. Gracias porque vino mi
abuelita. Y como eres muy bueno, mándame de regalo una muñeca bonita”. Su mamá que
estaba ayudándole le dijo: “Pero tesoro, no grites tanto, que el Niño Jesús no
está sordo”. La niña replicó: “El Niño Jesús no, pero mi abuelita sí”.
La
oración de los niños es sencilla. Logran entablar rápidamente una relación con
Dios. El Papa Francisco, en su quinta reflexión sobre la oración, recuerda la
actitud llena de fe y confianza de Abraham. Dios recomienza una relación
personal con la humanidad a través de Abraham: “Dios ya no se ve sólo en los
fenómenos cósmicos, como un Dios lejano que puede infundir terror. El Dios de
Abraham se convierte en “mi Dios”, el Dios de mi historia personal, que guía
mis pasos, que no me abandona; el Dios de mis días, el compañero de mis
aventuras; el Dios Providencia”, señaló el Papa.
2) Para pensar
Blaise
Pascal fue un gran teólogo, filósofo y científico del siglo XVII. Al morir y
revisar su ropa, encontraron que tenía un pequeño pergamino cosido dentro de un
traje. Ahí estaban escritas unas palabras que seguramente significaban mucho
para él. Se le conoce como el Memorial de Pascal. Comienza así: “Dios de
Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios.
Certeza, certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo”.
Expresa
no una reflexión intelectual, sino el sentido vivo, experimentado, de un Dios
personal. No del Dios abstracto o el Dios cósmico, no. Es el Dios de una
persona, el Dios de Abraham, el Dios que es certeza, que es paz y alegría.
El
Papa nos invita a preguntarnos si experimentamos también una relación personal
con Dios, si es el Dios que me acompaña, el Dios de mi historia personal, el
Dios que guía mis pasos y nunca me abandona.
3) Para vivir
Las
tres religiones monoteístas, el cristianismo, el judaísmo y el islam coinciden
en considerar al patriarca Abraham como un ejemplo de fidelidad a la Palabra de
Dios. Recordemos cómo el Señor le invita a desarraigarse de su patria y
familia, para ir hacia un futuro nuevo y diferente. Abraham salió, sin saber
adónde iba, pero se fio de la palabra de Dios.
También
confía cuando le es anunciado que en un año tendría un hijo, no obstante lo
avanzado de la edad de él y de su esposa Sara. Creyó y se fio de Dios. Y cuando
Dios le pide que sacrifique a su propio hijo Isaac, Abraham vive su fe como un
drama, pero vuelve a confiar y Dios lo detiene a tiempo.
A
veces nos pasa también que caminamos en la oscuridad, pero es la fe la que nos
sostiene. Abraham dialoga, reza, incluso discute con Dios, pero siempre
dispuestos a aceptar la palabra de Dios y a ponerla en práctica. Porque
solamente un hijo es capaz de enfadarse con su papá y luego reencontrarlo, dice
el Papa. Con Dios aprendamos a hablar como un hijo con su papá: escucharlo,
responder. Pero transparente, como un hijo con su papá. Así nos enseña a rezar
Abraham.
José Martínez Colín
es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra).