Una mirada diferente
P. Fernando Pascual
13-6-2020
Un golpe, una enfermedad, una
traición, un fracaso, nos apartan de la vida “normal”. La rutina ha sido
quebrantada. La vida no podrá seguir como antes.
Entonces, de modo sorprende,
podemos ver las cosas de un modo completamente nuevo. El mundo sigue siendo el
mismo: no ha cambiado. Ha cambiado nuestra perspectiva.
Cuando surge en nosotros una
mirada diferente, las cosas y las personas empiezan a adquirir perspectivas
antes desconocidas.
El amanecer de hoy es
semejante al de ayer, pero me parece totalmente nuevo, fresco, lleno de
oportunidades, aunque también rodeado de peligros.
El tráfico, hasta ahora
monótono y aburrido, desvela una realidad sorprendente: en cada coche, autobús,
moto, hay personas con historias, sueños, problemas, esperanzas.
El simpático monólogo de las
golondrinas, el canto de los jilgueros, el arrullo de las tórtolas, entran en
mi corazón como un bálsamo que serena y que da fuerzas.
Esas y tantas otras realidades
que me parecían insignificantes, algunas incluso hostiles, desvelan
perspectivas que me permiten entender un poco mejor este mundo tan bello en el
que vivo.
Quizá mis problemas siguen
ahí. No se cura una enfermedad con observar a un gorrión que pasea por la acera
de mi casa. Pero al menos esos problemas quedan enmarcados en el horizonte más
grande de la vida.
En ese horizonte se descubre,
de un modo sencillo y sorprendente, la presencia de Dios. Es Padre, es
Salvador, es Justo, es Misericordioso.
A través de una mirada diferente
podré reconocer que ese Dios cuida los lirios, embellece las orquídeas, da
comida a los petirrojos, y mantiene viva la esperanza en cada uno de sus hijos
más pequeños...