“Una espada te traspasará el
alma”, le dijo el
anciano Simeón a la Virgen María cuando fue con San José a presentar al Niño
Jesús en el templo (Lucas 2,35).
“¿Qué significa aquí la espada? ¿El dolor? ¿La muerte? ¿la duda? ¿La infidelidad? ¿La lengua de los malvados? ¿El
juicio divino? ¿La palabra de Dios? No está claro. Alfonso Simón propone una
nueva traducción del texto que aportaría sentido. Que el texto en
griego es extraño y confuso lo admiten muchos autores. Es algo
especialmente raro porque el autor es el evangelista Lucas, que era griego y
pensaba y escribía en griego. Y, sin embargo, en este capítulo de su evangelio
-y no en otros- aparecen muchos detalles que hacen pensar que estaba
traduciendo un texto del hebreo o arameo, lenguas semíticas, muy distintas al
griego. La tesis de Alfonso Simón es que alguien puso por escrito esa
escena en lengua semítica, y luego Lucas la incorporó traduciendo al griego.
Y cuando se intenta reconstruir usando el hebreo, arameo o siríaco,
muchas cosas pasan a tener sentido.
La lectura que hizo San Efrén… que era semita, parece que siguiendo el
texto del siglo II- no escribe “una
espada te atravesará el corazón” sino “tú apartarás la espada”. ¿A qué se
refiere? Él mismo lo explica: “Esa espada, que cerraba el paso al paraíso a
causa de Eva, ha sido apartada por María”. Tenemos un texto de San Efrén
comentando esta escena en siríaco y otro en armenio. Y en ambas versiones queda
claro que es María quien actúa sobre la espada, no la espada sobre María.
Otra interpretación, encabezada por San Agustín, fue la que ganó más
popularidad, y también entre el pueblo llano. La ‘espada’ sería simplemente el
dolor humano de una madre que ve sufrir a su hijo (en España muchas imágenes de
la Virgen Dolorosa lo expresan con el corazón atravesado por 7 puñales). “Con
esa espada del afecto doloroso fue traspasada el alma maternal” (San Agustín en
su Epístola 39.
La nueva traducción: “Ella aparta la espada” la propone Alfonso Simón: “Y
Simeón dijo a María, su madre: ‘he aquí que este va a ser caída y mantenimiento
de muchos en Israel, y bandera combatida. Y
en cuanto a ti, tú harás pasar [en el sentido de “apartarás”] la espada cuando
se manifiesten los [malos] pensamientos de muchos corazones”. “A causa de
la primera Eva, las puertas de la salvación fueron cerradas a la humanidad
pecadora; ahora, con la llegada de la nueva Eva, la madre de Jesús, en quien
los ojos cansados de Simeón han visto la salvación, esas puertas han sido
abiertas de nuevo y de manera definitiva. En el hijo de María ha llegado la luz
a las naciones y el poder de las tinieblas ha sido vencido”.
“La Virgen María ha sido llamada bienaventurada por todas las
generaciones, comenzando por aquella primera generación indicada de modo
expresivo en el ‘ahora’ que se lee en el Magníficat. La madre de Jesús
personifica el verdadero Israel, que en ella queda convertido en Iglesia, y tal
identificación, que sobre todos se descubre en Lc 2,35a, ‘no es exactamente una
idea piadosa de ciertos teólogos tardíos’, sino que, por el contrario, ‘es un
elemento de la tradición más primitiva'” (J. Bligh).
En el prólogo del libro que comentamos explica el obispo de Segovia,
César Franco: “las extrañezas del texto griego desaparecen cuando se iluminan
desde una perspectiva ya latente en la tradición que
no daña la fe de la Iglesia ni sobre María ni se opone a considerar su
participación en la cruz de Cristo, sino todo lo contrario: es su inserción en
el misterio de Cristo lo que da el justo relieve al papel de María en la
historia de la salvación, porque gracias a ella, con los cansados ojos de
Simeón, hemos visto la luz y la gloria del Salvador del mundo”.