UNA FRASE

 

Hace mucho tiempo, en uno de mis primeros artículos, hice alusión a una publicidad.

Los responsables de esa casa comercial se molestaron con un pariente mío que algo tenía que ver con esa firma.

Espero, ahora, no perjudicar a ningún familiar puesto que voy a tomar una frase de un comercial.

Sé que la persona que aparece haciendo dicho comercial dice lo que otros han escrito para ella.

Por lo tanto sé que ella no tiene que ver con dicha frase puesto que lo que hace es prestar su rostro y su voz para tal comercial.

“Brillar es hacer lo que quieras cuando quieras”.

Sin duda que es un concepto muy propio de la sociedad en la que estamos inmersos.

La inmensa mayoría de los habitantes del planeta no pueden brillar.

¿Cuántos son los seres que pueden hacer lo que quieran cuando quieran?

¿Es ese el verdadero brillo de las personas?

Si ello es así el brillar es una cualidad reservada para unos muy pocos.

Tan pocos que, me animo a pensar, me sobran los dedos de una mano para contarlos.

Es casi una utopía pensar que ese brillo es posible.

Es casi una utopía pensar que alguien puede llegar a lograr brillar de tal manera.

Creo que jamás podemos hacer lo que queramos cuando lo deseemos.

Creo que “brillar” es hacer lo que podemos cuando lo debemos y de la mejor manera posible.

Sin duda que no es una frase muy vendedora puesto que no dice de éxito ni de “libertad”.

Es una frase que dice de obligaciones y tal cosa no resulta muy unida al éxito.

Hoy todo va muy unido al éxito como si el mismo no se lograse a base de trabajo, entrega y esfuerzos.

Todo va muy unido a un éxito que se adquiere por tener tal o cual prenda, determinada tarjeta o usar ciertos cosméticos.

Como si el éxito implicase, únicamente, una realidad exterior.

El verdadero éxito pasa por lo interno.

El verdadero éxito pasa por la conciencia.

El verdadero éxito no se adquiere en los comercios de plaza.

Por ello el éxito anda por los senderos de las obligaciones cumplidas.

El éxito no pasa por lo que se tiene sino por lo que se es.

Ser uno mismo, ese es el verdadero éxito.

Ser uno mismo es la única manera de ser brillante.

Ser uno mismo es la auténtica receta que nos garantiza un brillo seguro.

Claro, ello implica, muchas veces, ir a contramano de la mayoría.

Ello implica que uno no se rija por las modas del momento.

Para brillar hay que asumir responsabilidades y comprometerse con ellas.

Brillar es, siempre, involucrarse con los demás y ello está muy lejos de “hacer lo que  se quiera”

Brillante no es la persona que se da los gustos sino aquel que busca dignificar a los demás.

Brillante no es quien tiene tiempo para sí sino aquel que sabe poner su tiempo al servicio de los demás.

Brillante no es la persona que puede hacer lo que quiere sino aquella que puede hacer lo que debe.

Es, en ese sentido, que uno descubre que hay mucha gente brillante en nuestro hoy.

Sin duda no es, generalmente, mucha gente que esté muy enceguecida por una publicidad ni que esté muy obsesionada por las indicaciones de la mayoría.

Son, por lo general, seres que se guían por su conciencia frente a las obligaciones asumidas y se empeñan por cumplir con ellas de la mejor manea posible.

Son, por lo general, seres que pueden llegar al fin de cada jornada y poner la cabeza sobre la almohada con la certeza de haber sido útiles.

Seres así son los que, de verdad, saben brillar.

Seres así son los que, desde su interior, brillan con luz propia.

 

Padre Martin Ponce de Leon