¿Beber como bestias?
Ser libres en verdad
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Hubo
un famoso dramaturgo y político inglés del siglo XVIII llamado Richard Sheridan
que les dio una lección a sus amigos. Se cuenta que una noche fue a una taberna
con unos amigos. En cuanto llegaron les preguntó: “¿Esta noche, vamos a beber
como hombres o como bestias?”. El grupo replicó inmediatamente: “Por supuesto
que como hombres”. A lo que Richard comentó: “Entonces nos vamos a poner una
borrachera tremenda”. Todos sorprendidos preguntaron cómo era eso. “Es
sencillo, contestó, las bestias nunca se emborrachan, nunca beben más de lo que
necesitan. Beben lo suficiente y nada más. En cambio el hombre puede elegir si
sigue bebiendo más de lo necesario”.
Con
la libertad tenemos la posibilidad de autodirigirnos, pero importa mucho hacia
donde nos dirigimos, pues de no hacerlo de manera adecuada, la libertad termina
por dañarse y nosotros con ella. ¿Hacia dónde debe ir? La libertad debe estar
orientada hacia la verdad. La libertad depende esencialmente de la verdad. Sólo
de esa manera la libertad se perfecciona y el hombre también. La Verdad por
antonomasia la encontramos en Cristo. Por ello, el Papa Francisco nos invita a permanecer
en la Palabra de Jesús, para ser sus discípulos, pues sólo el discípulo es
verdaderamente libre. Quien sigue a Cristo, que es la Verdad, es plenamente libre.
La
libertad tiene límites, que no son otra cosa, sino todo aquello que nos
perjudica. El pecado es precisamente todo aquello que estropea nuestra libertad
y a nosotros. En cambio, cuando escogemos amar el bien, la libertad se
perfecciona y nosotros con ella. El bien verdadero siempre nos beneficia.
2) Para pensar
A
san Juan Pablo II le gustaba invitar almorzar a diversas personalidades. En una
ocasión invitó al obispo auxiliar de Granada, Mons. Martínez, junto con otros. Cuenta
el obispo que al final, uno de los prelados preguntó al Papa cómo era una
jornada de un día cualquiera. Juan Pablo II, cortésmente, les relató con
detalle su habitual quehacer, en que estaba ocupado todo el día. Tras oírle,
lleno de compasión, el que preguntó dijo: “Pero, Santo Padre, tendrá algún
tiempo libre…” Entonces el Papa, dejando caer el tenedor del postre con el que
jugaba, dijo serio, sin vacilar ni un instante: “No, no. ¡Todo mi tiempo es
libre!”
La
libertad no consiste en hacer lo que a uno le venga en gana, o lo que quiera.
Consiste más en querer lo que uno hace, en amar lo que hace. Pensemos si
sabemos utilizar bien nuestra libertad.
3) Para vivir
Ser
discípulo de Cristo es ser un hombre libre, decía el Papa, y el discípulo se
deja guiar por el Espíritu, que es un Espíritu de Verdad, y no por falsas ideologías.
El Pontífice subrayó que el Espíritu Santo nos da la libertad. Cuando nos
separamos de la verdad, la libertad se pierde. El discípulo es un hombre libre
porque permanece en el Señor. Y permanecer en el Señor, ¿qué significa?:
Dejarse guiar por el Espíritu Santo.
Por
lo tanto, argumentó el Pontífice, “si no permaneces en el Señor serás uno que
simpatiza con la doctrina, que sigue a Jesús como un hombre que hace mucha
beneficencia, que es muy bueno, que tiene valores justos”, pero no un discípulo,
y por tanto, no se es plenamente libre. (articulosdog@gmail.com)