COMPARTIENDO
Cuando
comenzó lo de la pandemia resolvieron dejar de venir a cocinar.
Entendía
era una medida drástica puesto que implicaba que “nuestros comensales” se
vieran privados de la comida que les ofrecemos.
Estaba
bien no compartieran la mesa puesto que nuestro espacio es reducido.
Por
eso continuamos brindándoles la comida que se llevaban a sus casas.
Debo
reconocer que nuestras comidas deben haber perdido calidad pero ellos ganaban
en la cantidad que se llevaban.
Ahora
que todo va volviendo a la “nueva normalidad” ofrecimos a quienes lo desearan
comer antes de llevarse la comida.
Solamente
unos muy pocos retiran la comida sin compartir la mesa.
Es
que ese instante de “la mesa compartida”
tiene su particularidad y encanto.
No
es una oportunidad donde se tratan temas profundos o en profundidad.
Es
un instante donde dejamos de lado nuestras dificultades para compartir y reír.
Es
un instante donde podemos sentarnos ante un plato de comida y disfrutar de la
presencia de los demás.
Es
un tiempo donde se apaga el televisor o la radio para poder escucharnos hablar.
En
oportunidades la conversación está centrada en el fútbol y cada uno habla desde
sus colores. Aquellos a quienes el tema no les interesa, hay algunos que no sienten
atracción por el tema, guardan silencio y comen escuchando.
En
oportunidades en tema es algo del momento y cada uno, según su información
participa.
Muchas
veces el tema recae en el quehacer y cada uno aprovecha para volcar vivencias.
Sea
cual sea el tema todo tiene un tinte de hilaridad. Hasta hoy nunca ha habido un
tema que haya concluido en una acalorada discusión.
Habían
pasado varios meses desde la última mesa compartida pero nadie había olvidado
su lugar en la mesa.
Como
si se conservase reservado el lugar cada uno volvió a sentarse donde siempre.
Volvieron
las risas y las bromas. Volvieron las tomadas de pelo y los diálogos.
Todo
fue volviendo a la normalidad por más que la misma sea una nueva normalidad.
Este
tiempo nos ha servido para ayudarnos un poco más.
Como
no estaban “las cocineras” algunos han adquirido un mayor involucramiento en
las tareas y en la actividad.
En
cierta medida, este tiempo de “parate” ha servido
para involucrar a los comensales en la tarea.
Sin
que nadie se lo solicitase han asumido tareas que antes se descansaban en que
“las cocineras” las hacían.
Este
tiempo nos ha servido para un involucramiento mayor y descubrir la actividad
como de todos.
Pero,
también, ha servido para que volver a compartir la mesa nos hubiese hecho tomar
conciencia de que habíamos dejado de lado algo valioso.
Ahora
nuestra mesa está más llena de voces.
Ahora
nuestra mesa está más llena de conversaciones intercambiadas.
Ahora,
al finalizar la comida, parecería no hay prisa por retirarse sin antes dar una
mano en ordenar y limpiar.
Me
animo a decir que ahora es más compartida que antes.
Sin
duda que el coronavirus nos ha ayudado a involucrarnos mucho más.
No
es una distancia que se señala pero que es notoria puesto que evidente.
Llegaba,
se duchaba y esperaba la hora de retirar su comida. Hoy llega y pone la mesa,
se baña y está disponible para lo que se le solicite.
Siempre
había sostenido que había que darles tiempo para que se fuesen involucrando. La
pandemia nos ha hecho apurar esos tiempos voluntariamente. Hoy hemos ganado el
que la mesa es más compartida que antes.
Hoy,
aunque seamos algunos menos en número disfrutamos de una mesa compartida con
sabor a más que antes.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB