BRINDARNOS.
Una
de las realidades difíciles de nuestra vida cristiana es hacer lo que debemos
hacer desinteresadamente.
Por
lo general, nuestros actos responden a una intencionalidad.
No
necesariamente la intención de nuestros actos se queda en nosotros.
Muchas
veces actuamos poniendo la intención última en los demás.
Obrar
de tal manera lo consideramos, y lo es, un gran logro.
Pero
Cristo nos propone dar un paso más.
Un
paso que, como todos los suyos, es complejo por más que apunta a lo más
sencillo de nuestro actuar diario.
Un
paso que requiere, como todos los que nos propone, de ejercitarnos en ello
hasta hacerlo actitud.
Dios
se nos brinda, siempre, desinteresadamente.
Solemos
decir que las cosas de Dios poseen una razón.
Dios
nunca actúa movido porque “tenía ganas”
Dios
se nos brinda y respeta nuestra postura ante lo suyo.
Dios
se nos brinda sin avasallar nuestra libertad.
Todos
los relatos evangélicos nos muestran a un Jesús actuando con la intención de
ayudarnos a entrar en la dinámica del reinado de Dios.
Pero
nunca obligando a entrar ni presionando a que se entre como respuesta a sus
signos.
Jesús
actúa sin esperar respuesta alguna.
Su
acción responde a la razón de su vida.
“Para
eso he venido. Para hacer la voluntad del que me ha enviado”
Sin
esas acciones su vida carecía de sentido o razón.
Actúa
de la manera que lo hace porque ello es lo que “debe hacer”.
No
está obligado a actuar de la forma en que lo hace.
Pero,
en un momento de su vida, asume libremente, que su vida tiene sentido haciendo
lo que el Padre desea.
Es
una opción libre que implica mucha madurez de su parte.
No
pierde su voluntad individual por actuar de esa forma.
Tampoco
actúa para complacer al que lo envió o para hacer méritos ante Él.
Actúa
porque ello es lo que “debe hacer” para ser plenamente libre.
¿Suena
extraño, verdad? Ser libre obedeciendo.
Ser
libre cumpliendo la voluntad de Dios.
No
solemos entender nuestra libertad desde esa óptica.
No
solemos ver a nuestra madurez unida a nuestra obediencia.
Quizás
porque nos falta unir conceptos como libertad y madurez al sentido profundo de
nuestra vida.
La
razón de nuestra vida está íntimamente ligada a nuestro actuar en el hoy.
Nuestra
vida posee pleno sentido realizándonos hoy como personas.
Para
ello debemos saber descubrir el sentido de nuestra vida.
Lo
que somos no es otra cosa que el instrumento con el que debemos ayudarnos a
hacer plenitud el sentido de nuestra vida.
Una
tarea no es una razón sino un instrumento.
Una
profesión no es una meta sino un instrumento para poder llegar a la meta.
Una
profesión no es otra cosa que un medio desde donde podemos ayudarnos, con mayor
facilidad, a vivir la razón de nuestra vida.
En
el desarrollo de una actividad debemos ir actuando de una determinada manera
puesto que ello es lo que “debemos hacer”.
Poder
lograr actuar no para “quedar bien” o para “hacer méritos”.
Poder
lograr actuar correctamente sin pretender conquistar “clientes” para nuestra
causa, sea esta cual sea.
Poder
lograr actuar correctamente porque ello es lo que se debe hacer es una de las
propuestas más difíciles de nuestro ser cristianos ya que debemos ejercitarnos
mucho para saber obrar sin interés alguno.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB