QUIÉN SOY
En
muchas oportunidades, Jesús, se dedicaba a tener conversaciones con sus amigos.
En
oportunidades eran conversaciones donde explicaba dichos o hechos y en
oportunidades eran para compartir cosas más íntimas.
Tal
vez para motivar la charla Jesús les pregunta que dice la gente de él.
Allí
las respuestas surgen con fluidez y prisa. Mucho han escuchado decir sobre
Jesús. Algunos de aquellos comentarios deben de haber despertado sonrisas o
alguna carcajada. Se decían muchas y muy diversas cosas sobre Jesús.
Pero
a Jesús tales opiniones no le interesaban. Era, únicamente, un pretexto para
que la conversación se despertase por ello es que corta la charla y cambia la
pregunta. “Y ustedes ¿quién dice que soy?”
Allí
se profundizó un silencio. Desde allí las miradas se intercambiaron y alguno
codeo al cercano para que respondiese. No era fácil encontrar una respuesta
acertada.
No
era para menos. Aquellos hombres no contaban ni con toda la historia ni con
muchos escritos sobre Jesús.
Nos
sucedería lo mismo si no fuese porque, hoy, podemos tener muchas frases hechas
que podríamos decir.
Pero,
Jesús, no quería frases hechas sino una respuesta desde lo vivencial.
Una
respuesta construida desde nuestras propias manos con la que vamos esbozándola.
Es
una respuesta que siempre se encuentra en proceso.
Nunca
habremos de poder decir que hemos atinado a la respuesta correcta.
Es
una respuesta con aciertos y errores. Encontramos razones para atinar una
respuesta muy atinada y, por momentos, es apenas un balbuceo infantil.
Es
una respuesta donde nuestras acciones hablan y dicen de lo que pretendemos.
Ellas
son nuestra mejor respuesta puesto que, hoy, también nos continúa formulando
aquella misma pregunta.
Le
podremos lanzar muchas y bonitas frases hechas pero nos volverá a preguntar por
nuestra respuesta que nunca es una frase hecha.
Nuestra
respuesta deberá ser la totalidad de
nuestra vida.
No
desea nuestra respuesta de fórmulas o extraída de algún texto.
Desea
y espera esa respuesta que, desde lo que somos y hacemos, en nuestra relación
con Dios y con los demás.
Reitero
que lo nuestro siempre habrá de ser una respuesta en progreso.
Jamás
podemos decir ya hemos concluido con la respuesta que deseábamos brindar.
Jesús
nunca tiene prisa en nuestra respuesta concluida. Siempre nos continúa
brindando una nueva oportunidad para continuar redondeando nuestra respuesta.
No
puede ser una respuesta cerrada y definitiva puesto que cada día nos ofrece
nuevas oportunidades para crecer y así mejorar nuestra respuesta.
Constantemente
estamos aprendiendo y ello no nos debe avergonzar sino que nos debe animar a
continuar intentándolo.
Deberá
ser una respuesta que comenzaremos a construir en la medida que nos animemos a
salir a la intemperie y encontrarnos con una realidad que siempre posee algo
para interpelarnos y que, desde allí, podamos ser auténticos.
Otro
elemento que ayudará a nuestra respuesta es la capacidad de amor que podamos
brindar desde lo que realizamos porque el amor debe ser condición infaltable en
todo lo que hace y dice de Jesús.
Quisiéramos
que nuestra respuesta pudiese ser mucho más sencilla pero ello no es lo que Él
espera de nosotros y hasta nuestro último momento nos formulará la misma
pregunta.
Deberá
ser una respuesta que diga de una actitud vital y una postura ante la vida
misma.
No
es una reiteración porque no le agrade nuestra respuesta sino porque sabe
tenemos realidades que nos pueden y deben continuar creciendo en nuestra
capacidad de responder atinadamente.
Quién
soy es una pregunta que solamente respondemos con lo que somos y hacemos.
Padre Martin Ponce de Leon SDB