Incomprensiones
P. Fernando Pascual
20-9-2020
Exponemos un problema.
Buscamos expresarnos con claridad. Llega la respuesta, que deja por completo de
lado lo que acabamos de decir...
En familia, uno dice que entra
mucho polen por la ventana. Otro responde que siempre hay que dejar abiertas
las ventanas para ventilar la casa: ni una palabra sobre el polen.
En el trabajo, uno pide al
jefe un modo más inteligente de reorganizar la oficina. La “respuesta” explica
que no hay dinero: ignora por completo lo expuesto, donde no se hablaba para
nada de gastos...
Ante este tipo de situaciones,
surge como una extraña frustración. Quisiéramos que el otro centrase su
atención en lo que exponemos, en vez de ignorar nuestras reflexiones con
silencio o con respuestas evasivas.
Pero las incomprensiones, los
malentendidos, o simplemente las actitudes de no escucha, forman parte de la
experiencia humana.
Sufrimos, entonces, al ver que
el otro no conecta con lo que hemos expresado. Otras veces seremos nosotros mismos
quienes provoquemos penas en quienes esperaban mayor apertura y escucha por
nuestra parte.
Para evitar el daño de las
incomprensiones, podemos preguntarnos hasta qué punto estamos en actitud
abierta ante lo que expresan los demás, sobre todo cuando manifiestan su
interior al exponernos un problema personal.
Porque en muchos mensajes que
llegan, más allá de lo “literal”, se esconde una petición de ayuda, o se
expresa un malestar sobre el modo en el que la convivencia ha ido adelante
hasta ahora.
Cuando escuchamos, de verdad,
al otro, podemos atenderle de la mejor manera posible. Así haremos que este
mundo sea un poco más solidario, más bueno, más imbuido del cariño que nos abre
a las necesidades de los demás.