Tecnologia

Padre Pedrojosé  Ynaraja Díaz

 

Me duele la Iglesia. Me duele porque en ella estoy implicado y de Ella recibo la Gracia y la felicidad de Cristo. Me duele también que a muchos en Ella comprometidos no les duela y permanezcan tranquilos. Son simples o poderosos funcionarios, que en Ella se abrigan. Forman el colectivo clericalista. No soy original diciéndolo, al Papa Francisco aun le duele más.

 

Acababa anteriormente refiriéndome a que dentro de la tecnología de la que se servían las comunidades eclesiales: diócesis, parroquias, movimientos, asociaciones etc. destacaba el diseño gráfico. Tal estético artesanal empleo, puede ser fachada de un vacío, más que denuncia profética. Quiero recordar que en la historia de la Iglesia el diseño gráfico se ha cultivado con gran destreza y elegancia. Me refiero a las miniaturas que adornan importantes códices, sean ilustraciones intercaladas en textos sagrados, biblias o simplemente religiosos, en soporte de vitela, ejecutadas con pigmentos naturales.

 

Paralelamente a estos dibujos son las letras iniciales, las que señalan nuevos capítulos o apartados especiales.

 

Dibujos y grafías cumplen semejante fin al de los capiteles historiados de claustros de abadías y catedrales antiguas.

 

He tenido en mis manos preciosos códices de millonario precio, desde una biblia en lengua copta a un Beatus. No oculto que he sentido emoción al palpar el pergamino y admirar los diseños en bermellón de cinabrio, en azul del lapislázuli, o amarillo de pan de oro. Uno no puede dominar su admiración, pero si grande es su belleza, mayor es el valor de su contenido. No entenderé el texto, pero puedo acudir a ediciones actuales.

 

Pienso en los libros religiosos kurdos que también he tenido a mano. Ni yo, ni sus fieles pueden entenderlos. Se trata de una religión iniciática, reservada a escogidos.

 

Tal vez a la bella presentación de programas, idearios e iniciativas de los núcleos eclesiales a los que me refiero, les pase lo mismo, son preciosos, pero no se entienden, ni se ponen en práctica nunca.