COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO CUARTO: 6

Padre Arnaldo Bazan

"Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían. Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea"(4,11-12).

Aunque Mateo no lo consigna, Lucas nos advierte (4,13) que el diablo no se da por vencido, sino que espera una nueva ocasión para lanzar sus ataques.

Eso sí, después de su encuentro con Jesús, Satanás salió totalmente derrotado. Había querido obligar a Jesús a confesar su divinidad y no lo logró. Tampoco que hiciera algún milagro o algo por el estilo. Jesús no le dio oportunidad alguna para salirse con la suya. Esto es una lección para nosotros, pues debemos comprender las intenciones del Maligno. El quiere apartarnos del camino correcto. Lamentablemente a veces lo consigue, pero el Señor, en su misericordia, siempre nos da la posibilidad de arrepentirnos y volver a empezar.

San Pedro nos advierte a este respecto: "Sean sobrios y velen. Su adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe" (1ª Pedro 5,8-9).

No se trata de tener miedo al diablo. El nada puede contra nosotros si estamos unidos a Cristo. Pero si no lo estamos entonces sí debemos temer que saldremos derrotados ante sus embates. Mi auxilio me viene del Señor (Salmo 121,2).

No sabemos en qué consistió la ayuda que recibió Jesús de parte de unos ángeles. Recordemos que había pasado un ayuno riguroso de cuarenta días, de modo que necesitaba confortarse. Pero no podemos decir que los ángeles le trajeron alimento, sino quizás un aliento moral como hombre que también era. Siempre será misterio para nosotros la relación de las dos naturalezas, divina y humana, en la única persona divina de Jesús.

También nosotros recibimos regalos y consuelos de Dios en momentos inesperados. Sabemos que los ángeles son a menudo portadores de los mismos. No somos capaces de verlos, pero están ahí, como celosos guardianes, dispuestos a auxiliarnos si invoca- mos la ayuda del Señor.

Ellos son los mensajeros de Dios. Y así como acudieron a ayudar a Jesús, también lo hacen con nosotros. Dice el Salmo: "No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda; que El dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos (91,10-11).

Así guía el arcángel Rafael al joven Tobías, como nos narra el libro del mismo nombre.