COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
CUARTO: 7
Padre
Arnaldo Bazan
"Y
dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de
Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
“¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán,
Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran
luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha
amanecido” (4,13-16)).
Antes de decidirse por Cafarnaúm
como su centro de operaciones apostólicas, Jesús se dirigió a Nazaret, donde
había pasado la mayor parte de su vida terrena junto a su Madre. Allí se
despediría de ella, explicándole, quizás, que había llegado la hora de comenzar
su misión.
Podemos imaginar la tristeza de la
Madre al ver partir a su Hijo, sabiendo, allá en el fondo de su corazón, que
ahora los sufrimientos anunciados por el anciano Simeón se agudizarían.
Con todo, ella vivía confiada, pues
desde el comienzo conocía lo que Dios quería de ella y la misión que su divino
Hijo venía a realizar.
No le fue fácil aceptar esta
separación, pues ahora tendría que vivir sola, pues para ese tiempo es casi
seguro que José había muerto, aunque por los textos del evangelio podemos
suponer que en Nazaret, donde había nacido, y en los alrededores, vivirían
muchos de sus parientes que, de alguna forma, le harían compañía.
Jesús, por su parte, había visto la
conveniencia de tener en Cafarnaúm un lugar para El y
sus apóstoles. La mayoría de ellos eran pescadores, y Cafarnaúm se encontraba a
orillas de lago de Genesaret o Tiberíades.
Algunos allí ya tenían su residencia. Estaba, pues, en un sitio estratégico,
desde el cual podía trasladarse fácilmente por todo el territorio poblado por
judíos.
El
había venido a enseñarles primeramente a ellos que, hasta entonces, habían sido
el único pueblo que adoraba al verdadero Dios, pero que su verdadero destino
era ser la base de un nuevo Pueblo que congregara a todos los pueblos de la
tierra alrededor del que ellos ya conocían.
Así ya lo había anunciado Isaías,
pues en esas tierra vivían muchos gentiles o paganos, y a ellos también les
alcanzaría la salvación que Jesús había venido a realizar.
Arnaldo Bazán
Ellos son los mensajeros de Dios. Y
así como acudieron a ayudar a Jesús, también lo hacen con nosotros. Dice el
Salmo: "No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda;
que El dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos
(91,10-11).
Así guía el arcángel Rafael al
joven Tobías, como nos narra el libro del mismo nombre.