SERIAMENTE
FELIZ
Padre
Pedrojosé Yynaraja Díaz
Me siento así en la Iglesia. No
divertidamente, felizmente sí. Cada mañana le digo al Señor: muchas gracias, te
doy Dios. Me gusta escucharme a mí mismo cuando quiero darle gloria.
Celebro misa en mi pequeña iglesia,
imagen y símbolo de la Iglesia que me acepta, la que me duele, en la que vivo
plena y seriamente feliz.
Tentado estoy, como tantos otros, a
hundirme en el desaliento, pero Dios no me abandona. Prueba de ello es que me
proporciona, sin yo buscarlo, profetas que me inyectan Esperanza. Fui invitado
un día a encontrarme con Mons. Helder Cámara. La
elegancia espiritual de los que le rodeaban, me instó a que estuviera a su
lado. Ninguna pregunta tenía prevista hacerle, fue él quien dirigiéndose a mí
con afecto, me dijo: no te desanimes, la Iglesia nunca ha estado mejor que lo
que está ahora. Hay más mártires que en los tiempos romanos. En su mezcla de
portugués, italiano y español, no sé que más me dijo.
Fue suficiente. Posteriormente lo he escuchado del Papa Benedicto XVI. Hoy es
juicio común de historiadores. Ya hablaré otro día de otros valorados testigos
que robustecen. Los mártires son las flores de la Iglesia.
Añádanse los contemplativos,
mientras haya carmelitas, cartujos, trapenses y hermanitos o hermanitas de
Jesús, o del Cordero y tantos otros semejantes, circulará fluida la Gracia.
¿Y la Caridad? Pues no le falta.
Desde Cáritas hasta el Cottolengo y tantas
comunidades que acogen a otros incapacitados.
Padecemos hoy crisis de
adolescencia espiritual. Es fase de dolor, pero también de velado crecimiento.
No le faltan misioneros, testimonios del deseo de que a otros les llegue la
salvación. Creen algunos que estamos en un otoño gris, pero los nuevos
movimientos, los decididos a no impedir, más bien a facilitar que el Espíritu
impulse hondamente y broten nuevos retoños de vida y Gracia, no faltan.
Se pueden contar edificios y
clérigos, pero los santos no. Ellos enriquecen a la Iglesia. Me enriquecen a
mí, por eso digo que soy seriamente feliz.