Vivir día a día
P. Fernando Pascual
11-10-2020
A lo largo de la vida pasamos
por momentos malos y por momentos buenos. En ocasiones, se pasa rápidamente de
lo malo a lo bueno, o viceversa.
Ante lo mudable de las
situaciones, cada uno puede escoger hacia dónde dirige su mente y su corazón, y
decidir en vistas de lo bueno que ahora puede realizar.
Hay huelga de trenes. El día
amenaza tormenta. La fiebre ha cesado. En el trabajo se abren nuevas
oportunidades. En casa ha sido posible un diálogo que aclaró malentendidos que
dañaban el ambiente familiar.
Vivir día a día permite
afrontar cada reto con mejores energías, sin quedar aprisionados por el pasado
y sin quedar encandilados por lo que pensamos va a ser el futuro.
Es cierto que necesitamos
poner los pies sobre la tierra: nuestras decisiones no pueden prescindir de lo
que somos, de lo que tenemos, de lo que nos falta, de lo que sentimos.
Pero también es cierto que
tener los pies sobre la tierra permite avanzar hacia nuevas metas, a las que
podemos aspirar con sencillez, esperanza y energía.
De este modo, vivimos en el
presente, buscamos las opciones de bien que están abiertas, trabajamos por
solucionar lo inmediato y por preparar asuntos de mayor envergadura.
Este día fluirá más o menos
como habíamos previsto, o tendrá sobresaltos que nos exigirán un plus de
fortaleza y de confianza en Dios.
Lo importante es no dejarnos
arrastrar por la corriente, ni paralizarnos por el miedo, ni infatuarnos con
esperanzas vacías.
Basta con vivir día a día.
Ponemos en manos de Dios el tiempo que nos concede ahora, y le pedimos ayuda
para invertirlo en lo único que vale la pena: en el amor a Él y a los
hermanos...