INGENIO
DE JESÚS
Padre
Pedrojosé Ynaraja Díaz
Ingenioso sí lo fue el Señor, aunque nunca ingenuo. Me detendré hoy
comentando un proceder muy suyo, muy propio de su conducta, que conserva aún y
entre nosotros su valor. Si me refería un día a la poca utilidad y escasa
eficacia, de la tecnología espiritual, recordaré hoy la habilidad del Maestro,
sirviéndose de un común hecho social.
(La inicial humanidad habitaba en cuevas o hendiduras de las rocas y
más tarde en chozas. Lo justo para conseguir algún abrigo en el mal tiempo y
protección de las alimañas. La jornada se dedicaba a conseguir alimentos,
huevos, frutas o indefensos animales. El segundo paso es el descubrimiento de
la caza, la domesticación de ciertos animales y el cultivo de algunos
vegetales, principalmente los cereales. La vida, pues, era dura, los
entretenimientos se reducirían a la decoración de los ámbitos sagrados o al
adorno de sus vestidos o utillajes domésticos. Se comía lo que se había podido
conseguir, sin ningún ritual especial. Si algún ceremonial se celebraba, era el
ritual sagrado o el sepelio de sus muertos).
Dando un gran salto en el tiempo y huyendo de comentarios, nos
encontramos que la cultura establecida ha introducido el convite, que no
necesariamente debía ser abundante, pero sí abierto a la concurrencia de
invitados, que no precisaban encerrarse e impedir la comunicación con el
exterior.
En el evangelio se hace referencia a simples comidas familiares en las
que cercano está el perrito, o al “plato único”, pescado en salazón con miel,
en una íntima aparición a los apóstoles, o pescado asado a la brasa y
compartida la vianda con la media docena de discípulos comensales, en uno
de los últimos encuentros, aquel en el que confirmaría el primado de Pedro, a
orillas del Lago.
Pero tengo muy presente aquellos encuentros más señalados, en los que
no se nos facilita el menú, pero si se nos recuerda algunos contenidos de las
conversaciones y decisiones de tales banquetes. Adelanto que, como ya dije,
Jesús no era excesivamente simpático
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