COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
QUINTO: 15
Padre Arnaldo
Bazán
“Han
oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo les digo: “Todo el que mira
a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”.(5,27-28).
El adulterio es una traición, y
puede ser cometido tanto por el hombre como por la mujer. El texto del
evangelio podría confundir a algunos pensando sólo en el hombre, pero el
sentido común nos dice que los mandamientos fueron promulgados para todos los
seres humanos.
Es posible que en esos momentos
Jesús estuviera hablando más directamente a hombres, por lo que se expresó así.
En todo caso, existen muchos ejemplos, en la misma Escritura, que nos hacen ver
que el adulterio femenino se daba con cierta frecuencia. Este era un pecado que
conllevaba una sentencia de muerte para ambos, hombre y mujer. Así leemos en
Levítico 20,10: “Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, será
muerto tanto el adúltero como la adúltera”.
Rara vez, sin embargo, fue el
hombre ajusticiado, aunque sí muchas mujeres. En el evangelio vemos la
compasión de Jesús por una mujer a quien llevaban a ajusticiar por haber sido
sorprendida cometiendo adulterio (Juan 8,3-11), pero nada se dice del que
estaba con ella.
Al precepto de la ley (Deuteronomio
5,18), Jesús agrega el deseo. Basta con que uno esté consintiendo
advertidamente en el deseo de estar con otra mujer, si es casado, o con una
mujer casada, si se es soltero, para que el adulterio se haga realidad. Y esto
vale también para la mujer que piensa que está con otro hombre.
Los casados tienen que ser vistos,
por los demás, como personas consagradas, ya que por medio del sacramento del
Matrimonio, se han comprometido ante Dios y ante ellos mismos, con una promesa
solemne.
Las palabras pueden variar, pero a
lo que se comprometen ambos contrayentes es a amarse, respetarse y ser fieles
el uno al otro, tanto en la alegría como en la tristeza, en la salud como en la
enfermedad, todos los días de su vida.
Este compromiso únicamente termina
con la muerte. Sólo entonces el cónyuge que sobrevive podría contrar matrimonio con otra persona. Hay casos,
ciertamente, en que se contrae matrimonio sin la debida preparación, sin tener
un claro concepto de lo que eso significa. Cuando esto ocurre habría la posibilidad
de que el caso sea revisado por un tribunal eclesiástico, que podría declarar
nulo el matrimonio si no reunía las condiciones para serlo de verdad.