COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO QUINTO: 22

Padre Arnaldo Bazán

“Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto es perfecto su Padre celestial” (5,48).

¿Qué quiere decir Jesús con estas palabras? Pues, a primera vista, algo así nos parece totalmente imposible de lograr. El mismo se encargó de decirnos que solo Dios es bueno. Recordemos este pasaje: "Uno de los principales le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” Le dijo Jesús: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios” (Lucas 18,18-19).

Por tanto, pensar que podemos llegar a la perfección de Dios tiene que ser realmente imposible para un ser humano.

Con todo, las palabras de Jesús están ahí, y fueran dichas por El. Lo que significa que algo nos quiere enseñar con ellas.

Concedido que es imposible llegar a la perfección de Dios, pero Jesús quiere invitarnos a llegar a lo más alto posible, aunque nunca podamos alcanzar la cima. De esta manera nadie podrá nunca sentirse satisfecho de haber alcanzado la meta. Siempre podremos superarnos.

Jesús pone ante nosotros un modelo, el mayor de todos, su propio Padre. Nuestra tarea es imitar a Dios.

Nadie podrá negar que se trata de algo muy difícil, pues en Dios se encuentran reunidas todas las perfecciones. Pero, si bien es difícil, imitar a Dios no es imposible, siempre que contemos con la ayuda del Espíritu Santo.

Cuando descubrimos que Dios nos ama tenemos que devolver con amor el que El nos ofrece (ver Juan 3,16).

Su misericordia es infinita, por tanto también nosotros tenemos que ser misericordiosos con nuestros semejantes (ver Lucas 1,50).

El es Bueno, por lo que toca a nosotros hacer el bien y ser buenos como El quiere que seamos (ver Salmo 25,8).

Dios no tiene acepción de personas, por lo que no debemos discriminar a nadie ni por su raza, ni por su edad, ni por su sexo, ni por razón alguna (ver Romanos 2,11). Dios perdona siempre, por lo que también nosotros debemos perdonar a aquellos que nos ofenden o hacen algo en perjuicio nuestro (ver Salmo 103,3).

Dios es generoso, de modo que imitarlo es actuar como El, sabiendo que no se deja ganar en generosidad por nadie. El nos dará el ciento por uno (Marcos 10,29-30). Como dijo Jesús al concluir la parábola del Buen Samaritano: "Ve, y haz tú lo mismo (Lucas 10,37).

Arnaldo Bazán