CADA DÍA SU AFÁN
ADVIENTO EN TIEMPO DE CRISIS
El
camino de la Iglesia nos lleva de nuevo a celebrar el tiempo de Adviento. En el
rito romano son cuatro semanas que nos llevan a recobrar la esperanza y prepararnos
para la fiesta del nacimiento de Jesús.
En
la tercera parte del libro de Isaías se inserta un anhelo que da el tono al
Adviento: “¡Ah si rompieses los cielos y descendieses”. La fe cristiana nos
dice que efectivamente Dios ha descendido a nuestra tierra. Él está viniendo
cada día. Jesús nos exhorta a permanecer atentos y despiertos para que sepamos
reconocer su venida y su prsencia. Estamos llamados a vivir esperando la
manifestación del Señor. La esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los
signos de los tiempos. En cualquier momento de la historia humana y de nuestra
propia vida puede hacerse evidente que el Señor está con nosotros.
Sin
embargo, el evangelio nos recuerda que no sabemos cuándo llegará nuestro
Señor. Pero ese “no saber” no es un
motivo para caer en la tentación de la “acedia” que denuncia el Papa Francisco
en su exhortación La alegría del
Evangelio. Esa ignorancia del momento de la llegada del Señor es una razón
para que vivamos muy atentos a la densidad del presente.
Como
decía san Juan de Ávila, “este tiempo de Adviento tiempo santo es, instituido
para aparejarse el hombre para aposentar a Dios. Pues Dios ha de venir a
visitarnos, razón es aparejarle el corazón, para que lo halle, cuando venga,
bien aparejado. De personas cuidadosas es mirar cuidadosamente si está
aparejada la casa cuando han de recebir a alguna persona en ella. Pues hemos de
recebir no a hombres, sino a Dios, razón es de aparejar el alma, no vea algo
que le desagrade”.
Sin
embargo, son muchas las luces que nos distraen y muchas las preocupaciones que
nos turban. No podemos ignorar las diversas crisis en las que estamos sumidos
en este momento. Todos miramos hacia el futuro, deseando encontrar una salida
de esta situación de pandemia, de desaliento, de confusión, de pérdida de
nuestras pretendidas seguridades.
Este
año el Adviento tiene para nosotros un color especial. Este tiempo nos ofrece de
nuevo la oportunidad de escuchar la palabra de Dios y de preparar la venida del
Señor. A la luz de la fe, hemos de tratar de descubrir en nuestra realidad
concreta los signos de su presencia.
Que
el Espíritu de Dios nos ayude a mantenernos vigilantes. Y a descubrir qué
signos personales o sociales son en realidad para nosotros señales de esperanza.
Así nos lo recuerda el papa Francisco en su reciente encíclica Fratelli tutti: “La esperanza es audaz,
sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y
compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que
hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza” (FT 55).
José-Román Flecha Andrés