COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO SEXTO: 12

Padre Arnaldo Bazán

“Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparse? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe?”(6,27-30).

Las preocupaciones no resuelven nada. Por más que nos preocupemos, si no nos disponemos a trabajar para arreglar las cosas, todo seguirá igual o todavía peor. En modo alguno nos está enseñando Jesús que vivamos despreocupadamente, lo que significaría que todo nos dé igual. Así no se puede vivir.

¿Qué pasaría si a todo el mundo le tiene sin cuidado lo que pasa a su alrededor? Pues que todo estaría hecho un desastre.

Hay gente que vive así, sin trabajar ni ocuparse en nada, y mucho menos ocuparse por hacer algo. Esos son unos vagos que nunca aportarán ninguna idea ni hará nada para que las cosas marchen bien. El mismo Dios dio a la primera pareja humana una misión que cumplir, y ésta fue, como se lee en Génesis 1,28: Sean fecundos y multiplíquense e hinchen la tierra y sométanla.

Nada de andar de vagos, sin hacer nada, comiendo y bebiendo sin trabajar. Eso será después, cuando estemos en el cielo. Aquí, según el plan de Dios, todos tenemos que hacer algo por nosotros mismos y por los demás.

Lo que aparece en la Biblia como castigo es la fatiga que produce el trabajar (ver Génesis 3,17), pero no el trabajo mismo.

Eso sí, no debemos vivir con ambiciones. Hay gente que tiene más de lo que necesita, sea en ropa, zapatos, o incluso en alimento. Hay personas que comen por dos o tres, con perjuicio para su salud.

Hay quienes se preocupan por su apariencia y por la forma en que han de vestirse. Y otros porque no tienen las cosas que tienen los vecinos.

Y eso sí que es malo, porque son preocupaciones vanas. Nadie necesita más de un par de zapatos. Que se tengan varios para variar, y porque unos sirven para trabajar, otros para salir y otros para hacer deportes, pues está bien. Pero no exagerar cuando hay tantos que no tienen ni un par que ponerse.

Tenemos que hacer nuestro trabajo. Las preocupaciones vanas las dejamos fuera de nuestra vida. Hagamos lo que es nuestra obligación, y todo lo demás se lo dejamos al Señor, y El se encargará.