COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
SEXTO: 14
Padre
Arnaldo Bazán
“Así
que no se preocupen del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día
tiene bastante con su propio mal”(6,34).
Hay personas que viven adelantados.
Pierden el gozo del momento presente para andar preocupados por lo que van a
hacer un día, una semana, un mes o un año después.
Esto no significa que no debamos
ser disciplinados y ordenados. Hay cosas que merecen ser preparadas de
antemano.
Porque existe también el extremo
opuesto. El de aquellos que todo lo dejan para última hora. Ni una cosa ni la
otra. Dios mismo nos ha mostrado que prepara las cosas con mucho tiempo. Desde
el llamado de Abraham hasta la llegada de Cristo pasaron unos veinte siglos. Y
este tiempo fue de preparación.
De lo que se trata es de no perder
el tiempo en preocupaciones tontas que nos roban el interés por lo que estamos
haciendo.
Hay quienes están de visita en un
país, y en lugar de disfrutar lo que están conociendo, se ponen a averiguar
sobre lo que van a ver al día siguiente.
El que obra así se está perdiendo
lo mejor, pues siempre tiene su corazón sobresaltado por lo que pueda pasar.
Y como los extremos se tocan, hay
quienes, al contrario, es como si vivieran en el pasado, detenido el tiempo en
los recuerdos.
Conjugar el verbo en presente es
poner la atención en lo que estamos haciendo. Ni el pasado ni el futuro deben
hacernos perder el sabor y la belleza de lo que hacemos en un momento dado.
Hay tiempos para recordar el
presente y otros para preparar el futuro. Pero el presente debemos aprovecharlo
para hacer lo que tengamos que hacer y hacerlo bien. Esa es la voluntad de
Dios.
Se cuenta en la vida de san Luis
Gonzaga, (estudiante jesuita que murió víctima de una plaga mientras cuidaba a
los enfermos), que un día, estando disfrutando un tiempo libre con sus
compañeros, a uno de ellos se le ocurrió preguntarles: "¿Qué haríamos si
se presentara un ángel y nos dijera que nos quedan solo quince minutos de
vida?" A esto uno respondió que iría a confesarse, otro que quería que ese
momento ocurriera estando en la iglesia, y así cada uno dio su opinión. Cuando
le tocó el turno a san Luis dijo: "Yo me quedaría aquí, disfrutando con
ustedes, pues en este momento ésta es la voluntad de Dios".
Los santos nos enseñan a descubrir
la verdad del Evangelio. Cada día, cada momento, es importante, y no hay que
adelantarse a los acontecimientos. Hay tiempo para todo, como dijo el Cohelet (3,1).
Arnaldo Bazán