COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO SÉPTIMO: 2

Padre Arnaldo Bazán

“¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (7,3-5).

Jesús nos da un remedio seguro para evitar esos juicios temerarios en los que caemos con frecuencia: mirarnos de frente a nosotros mismos.

Ya esto se lo dijo con toda claridad a aquellos que, en una ocasión, le llevaron una mujer supuestamente sorprendida cometiendo adulterio. Nos lo narra Juan (8,2-11).

Los que le llevaron la mujer eran unos escribas y fariseos, que antes de cumplir la sentencia de muerte marcada por la ley para las adúlteras (ver Levítico 20,10), quisieron poner a prueba a Jesús. Era una trampa para poder criticarlo.

Pero salieron muy mal de la prueba, pues Jesús les dijo: “Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”.

La conclusión fue que al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.

Esto tenemos que aplicárnoslo a nosotros mismos. Cuando estemos en la tentación de juzgar, pensemos que, si no hemos cometido tal error, tal falta o tal pecado, bien pudimos haberlos cometido. Todo ser humano es capaz de hacer lo mismo que sus semejantes, si se dieran, quizás, las mismas circunstancias.

Las apariencias engañan. A veces vemos algo y enseguida deducimos que se trata de esto o lo otro. Usando ese método se han cometido muchas injusticias.

Incluso cuando estemos seguros de que alguien está cometiendo graves pecados, no podemos suponer que estamos capacitados para juzgar y condenar. Si queremos ayudar a ese hermano tendríamos que ir directamente a él para tratar de convencerle de que se corrija.

La corrección fraterna está indicada por Jesús: "Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano" (Mateo 18,15).

No podemos pretender corregir a todo el mundo. Recordemos que el mismo Dios respeta nuestra libertad. Pero lo más importante, siguiendo la enseñanza de Jesús, es que nunca nos creamos mejores, ni tampoco que no somos capaces de hacer aquello que estamos criticando en otros.