¿Pará qué queremos a los
místicos?
Lucio del Burgo OCD
Vamos
a tener unos días de reflexión sobre S. Juan de la Cruz como preparación a su
fiesta. Que sean una bendición de Dios.
Todo
Santo es una palabra viva de Dios al mundo y por lo tanto algo actual. La vida
y el mensaje de los Santos son un Evangelio vivo, concreto, una buena noticia
para los hombres y mujeres de todos los tiempos. No pasan.
Tiene
razón el Papa Francisco cuando afirma que <<los místicos hacen que la
religión no se convierta en una ideología”. Es tan fácil caer en una ideología,
también en lo religioso.
Por
esta razón la vida y los escritos de San Juan de la Cruz desborda los límites
de la Iglesia Católica. Distintas confesiones cristianas se han acercado a Fray
Juan para conocer los caminos del Espíritu. El Santo de Fontiveros
es un experto en estas aventuras.
Juan
de la Cruz conecta con los creyentes de todas las generaciones. Él no habla de
una teoría de Dios que en sus tiempos jóvenes aprendería en la Universidad de
Salamanca. Él nos transmite su propia experiencia de Dios, lo que él ha gustado
y saboreado de Dios.
<<Oh
dulcísimo amor de Dios mal conocido! El que halló sus venas descansó>>
(Dichos),
Y en
otro lugar: <<La salud del alma es el amor de Dios>>.
Juan
de la Cruz nos habla desde su experiencia pero a la vez es una llamada a toda
la Iglesia para que sea una comunidad que experimente y guste al Señor.
Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia de nuestros días necesita a hombres y
mujeres que no hablen de Dios de memoria sino que hablen al corazón de los
creyentes.
Que
el recuerdo de Juan de la Cruz sea para nosotros una llamada a la experiencia
de Dios, <<atención a lo interior>>.
Y
por último, una palabra de esperanza en este tiempo de Adviento. Siempre la
esperanza nos viene bien, pero más que nunca en los tiempos que vivimos.
<<Siempre
el Señor descubrió los tesoros de su sabiduría y espíritu a los mortales; mas
ahora que la malicia va descubriendo más su cara mucho los descubre>>.
Que
la memoria de San Juan de la Cruz nos descubra más y más el rostro de Dios y
haga de nosotros hombres y mujeres de esperanza. Así sea.