ORIGEN DE
LA NAVIDAD
Padre Arnaldo Bazán
A nadie se le ocurrió averiguar el
día exacto del nacimiento de Jesús. No existían por entonces los registros que
hoy tenemos. Por otro lado, los primeros discípulos preferían recordar lo que
era el centro y esencia de sus celebraciones: la muerte y resurrección de
Cristo.
Así, pues, pasaron muchos años, sin
que se echara de menos una fiesta especial para recordar el nacimiento del
Salvador.
La idea la dieron los paganos.
Estos celebraban cada año, el 25 de diciembre, el nacimiento del Sol Invicto,
tenido como un dios, ya que la fecha coincidía con el solsticio de invierno, en
que la duración de la noche llega a su máximo y comienza entonces el día, poco
a poco, a crecer.
Parece que la fiesta adquirió gran
magnitud y popularidad, lo que hizo sentir molestos a muchos cristianos, que
veían tanto derroche festivo dirigido a honrar una falsa imagen de la
divinidad.
Esto inspiró a algunos la idea de
recordar en ese día la Natividad del Señor Jesús, el Sol de Justicia que vino
para iluminar a toda la humanidad.
Si antaño se cristianizó lo pagano,
en los tiempos presentes ha ocurrido todo lo contrario: lo cristiano se ha
paganizado.
Y aunque no todo está perdido,
desde luego, y mucho es lo que podemos aprovechar de todo este tremendo
movimiento que generan las fiestas navideñas, es innegable que no podemos
aceptar que el personaje principal sea Santa Claus, ni que el símbolo más
importante resulte ser un árbol, por más adornado que esté.
Una forma, pues, de contrarrestar
todo eso sería nuestra decisión de hacer que Jesús ocupe el lugar que le
corresponde: el centro de toda la fiesta.
En primer lugar, poniendo un
Nacimiento, por pequeño que sea, en nuestro hogar, junto al árbol tradicional.
No hay que eliminar éste para poner aquél. Los dos caben y los dos pueden ser
símbolos hermosos de lo que celebramos.
Arnaldo Bazán