Violentos, ¿en todos lados?

P. Fernando Pascual

19-12-2020

 

En el mundo de la imagen, algunos difunden acciones violentas de personas que participan en manifestaciones de izquierda y agreden a los de derechas. Otros difunden imágenes de acciones violentas de quienes están en manifestaciones de derecha y agreden a los de izquierdas.

 

Al ver las imágenes de unos y de otros, uno puede suponer que los violentos están en todos lados: en las derechas, en el centro (no son tan visibles), en las izquierdas. Si los actos violentos filmados o fotografiados que se difunden apuntan a un determinado grupo, con facilidad habrá quienes comenten que también hay violentos en el otro grupo.

 

Este tipo de comentarios, sin embargo, incurre en dos graves errores. El primero, en igualar las violencias como si todas fueran iguales, cuando hay casos en los que claramente en algunos grupos ideológicos hay gente más violenta que entre la gente de grupos contrarios.

 

El segundo error: cubrir este tipo de acciones violentas como si fueran parte de lo ordinario, como si se tratase de un reflejo de las tensiones sociales, ofusca el hecho de que cada una de esas acciones violentas son responsabilidad directa de quienes las cometen, sean de una ideología, o de la opuesta, o de ninguna (también existen los que aprovechan cualquier ocasión para sus acciones criminales).

 

Junto a esos errores, las críticas a los violentos de un lado y de otro puede poner en un lugar secundario lo importante en cualquier debate: las ideas que están en juego, y que han de ser analizadas en sí mismas, aunque haya quienes las defiendan a través del uso de violencia dañina.

 

A quienes todavía dicen que hay violentos en todos lados, hay que responder con un sencillo gesto de respeto a la verdad: si tienen pruebas, que lo demuestren; si no las tienen, mejor que eviten juicios que implican condenas sumarias contra inocentes.

 

Luego, ante las violencias verdaderas de quienes optan por la injusticia como camino para imponerse y atacar a los “contrarios”, hay que saber responder con toda la fuerza de la ley y con la actitud firme de los miles y miles de seres humanos honestos.

 

Son esa inmensa mayoría de hombres y mujeres amantes de la paz y la justicia los que permiten promover la concordia en las sociedades, los que construyen esa convivencia que tantos bienes promueve, y los que saben analizar los diferentes puntos de vista en un clima de respeto y en actitud de diálogo serio y orientado a la búsqueda de la verdad.