Atrapados por las informaciones dominantes

P. Fernando Pascual

27-12-2020

 

Una noticia se divulga por los medios de información más conocidos. Algunas personas desconfían de la noticia y deciden profundizar en el tema en cuestión.

 

Si esas personas llegan a demostrar que la noticia es falsa o que está fuertemente manipulada, no les resultará nada fácil dar a conocer su descubrimiento en medios de comunicación masiva.

 

Buscarán, entonces, difundir su descubrimiento a través de redes sociales. Pero si esas redes también tienen filtros, y si quienes las dirigen tienen ideologías concretas, es bastante fácil intuir que la censura frenará a esas personas.

 

Supongamos que, con mayor o menor fortuna, logran dar a conocer que las supuestas noticias son falsas. Muchos de los que lean la nueva información, que va contra lo ampliamente difundido, se preguntarán: ¿y quiénes son estos para contradecir lo que todo el mundo sabe?

 

De este modo, la verdad queda aprisionada, la mentira se consolida, y amplias mayorías de la población viven atrapadas por las informaciones dominantes, sin casi recursos para distinguir entre verdades, mentiras, manipulaciones y otros engaños que giran por medios informativos dominantes.

 

Esto ocurre realmente. Basta con pensar en unas elecciones en las que un candidato haya sido estigmatizado y atacado continuamente por los medios de información, dirigidos por grupos de poder más o menos organizados, mientras que el otro candidato cuenta con un aplauso nada disimulado por esos medios.

 

Si el candidato declarado “malo” denuncia fraudes electorales, aunque tenga pruebas, apenas podrá ser oído. Muchos de los que lleguen a escucharlo a través de blogs o del poco espacio disponible en algunas redes sociales, seguramente pensarán que ese candidato exagera, porque ya todos dan por seguro que ganó el otro candidato, bien arropado por medios “informativos”.

 

El sueño de la libre información como columna y apoyo para alcanzar un sano sistema democrático se desvanece en la realidad, a través de formas de censura que se implementan con la excusa de que hay que evitar la difusión de falsedades, cuando en realidad lo falso ya gira con sorprendente naturalidad por quienes promueven ciertas ideologías en el mundo moderno.

 

Por eso, hoy como en otros tiempos de la historia, hace falta promover ese amor a la verdad con el que podremos repetir, ante cualquier dictador mediático, que dos más dos siguen siendo cuatro, según recordaba Orwell en su novela “1984”.

 

O, según una frase parecida que se atribuye a Chesterton, en nuestro tiempo habrá valientes dispuestos a defender con firmeza que las hojas de los árboles son verdes en primavera, aunque haya muchos que griten lo contrario...