Ante las falsedades
P. Fernando Pascual
4-1-2021
Errores, medias verdades y
mentiras giran continuamente entre los seres humanos.
Las falsedades y los errores
se difunden en familia, entre amigos, a través de las redes sociales, desde
medios de información que no realizan bien su trabajo.
Ante las falsedades algunos
intentan responder con la verdad o, al menos, con la denuncia de lo falso.
Así, periodistas, páginas de
internet, o simples particulares, avisan sobre el engaño de una foto, sobre la
falsedad de un dato, sobre la descontextualización de una frase.
Denunciar falsedades resulta
difícil, sobre todo si hay algunos muy interesados en que lo verdadero quede
neutralizado al ser acusado como falso.
Solo es eficaz un serio y
sereno esfuerzo para superar las falsedades si se construye desde la mayor
cercanía posible a la verdad, lo cual exige una honestidad a toda prueba.
Hay que reconocer que, sobre
muchos temas, hay muchas dificultades a la hora de acercarse a la verdad, sea
por falta de tiempo, sea porque están en juego intereses y prejuicios más o
menos concretos.
Basta con ver los litigios y
protestas ante presuntos (o reales) fraudes en unas elecciones, o constatar la
confusión que se genera cuando se divulga como dato científico la eficacia de
una vacuna que todavía no tiene las mínimas garantías de seguridad...
Pero esas dificultades no
impiden que haya personas que, con mentes abiertas y corazones honestos, sean
capaces de señalar errores y falsedades que giran por nuestro mundo y que
pueden provocar mucho daño.
Esa denuncia, desde luego,
será sana si está unida al respeto de la libertad de expresión. Porque sin tal
respeto es fácil incurrir en totalitarismos informativos que, con la excusa de
perseguir lo falso, llevan a silenciar también lo verdadero.
Si se deja a un lado el
peligro de las dictaduras informativas, un pluralismo bien entendido y un leal
esfuerzo por escuchar a todos, iluminará mejor tantos asuntos que nos
interesan, y hará posible distinguir mejor entre lo verdadero y lo falso.