¡CUÍDATE!
Padre pedrojosé Ynaraja Díaz
Se dice hoy en día con
frecuencia. La escucho por los medios, por TV y radio, al despedirse de un
programa. Comparando con prensa e internet, consigue uno escaparse de las fake news que ya son género
literario corriente hoy al uso.
A decir verdad me la escuché y
continúo escuchando como fórmula de despedida de gente amiga cristiana. Al
principio me extrañaba, la conocía como recomendación a una persona enferma o
como advertencia en invierno, cuando se constataba la ausencia de calefacción
en un domicilio. Era una buena recomendación que tranquilizaba, si uno dudaba
de si le era lícito gastar dinero en sistemas de calentamiento, pensando en
tantos contemporáneos que habitan pobremente en territorios de clima
extremadamente frío.
Acepté tal recomendación, pues
no me sonaba ni a blasfemia ni a insulto. Ahora bien, ni la incorporé, ni la he
incorporado a mi personal vocabulario. Advierto que, como me es habitual hacer,
la sometí a examen, pues, me parecía recordarla de algún texto paulino.
Sí, el cuídate lo
dice el Apóstol hacia el final, dirigiéndose a los gálatas (6,1) “Hermanos, aun
cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle
con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo,
pues también tú puedes ser tentado. Ayudaos mutuamente”. Comprenderá el
lector que es muy legítimo que Pablo así se exprese y que a mí continúe
enojándome de alguna manera, que me la dirijan.
¿que
desearía escuchar?
Digo y repito siempre que la
parábola de los talentos o la semejante de las minas, recogen la doctrina más
genuina y exigente del Evangelio. Me parece que el cuídate es una
recomendación a tomar el tesoro que Dios me ha otorgado, vida, salud,
conocimientos… y enterrarlo bien protegido e ignorado de las gentes.
¿Cuál debería ser la expresión
más adecuada? No me ha escogido Dios para ser maestro educador de gentes, pero
no puedo escurrir el bulto. Pienso que más correcto y riguroso, más fiel al
testimonio de Jesús, es que me dijesen ¡espabílate!