ASTUCIA

Padre Pedrojosé Ynaraja Díaz

 

Característica personal que generalmente es mal entendida entre nosotros y observada con suspicacia. En la cultura semítica en cambio es admirada. Creemos, más o menos conscientemente, que siempre es tramposo engaño. No nos gusta el fraude de Jacob disfrazándose de Esaú, con el fin de conseguir la bendición de su padre moribundo, sin recordar que pretendía conseguir la primogenitura que su hermano ya le había vendido.

 

Nos sorprende Jesús cuando aconseja: “haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas” (Lc 16,9) habiendo advertido que “los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz”.

 

Dos advertencias.

 

Se decía en los tiempos finales del Vaticano II: cuando llegue el fin del mundo, tal vez el Señor no nos encuentre unidos, pero sin duda, nos encontrará reunidos. A una reunión puede alguien asistir porque está convocado. Pero cualquier unión supone aceptación y amor en equipo.

 

Escribir libros satisface el propio ego y libres ya de censuras previas y con facilidades técnicas de edición, se publican obras. Se dice con sorna que hay más escritores que lectores. Y la mayor complacencia personal es ser llamado a la TV.

 

Pero la Fe sigue, entre nosotros, disminuyendo.

 

Advierto que en la escala de valores que cada cristiano debe tener presente, el primer escalón lo ocupará la Gracia, la santificante y la sacramental. Leía que en un museo de  víctimas del holocausto judío, había fotografías de misas clandestinas y una bolsa barata donde se escondían y pasaban Hostias Consagradas, para comulgar y conservar la Fe.

 

 Hoy en día no se puede prescindir de Internet. Tener e.mail es poseer buzón, papel, sobre y sellos para todo el mundo. El buen seguidor de Cristo puede escanear un artículo interesante y enviarlo y ser misionero sin moverse, ni ser sacerdote, ni joven. Nadie se lo exigirá.

Se precisan hoy más misioneros que sacerdotes, más profetas que sabios conferenciantes o  periodistas.