Luz y tinieblas
P. Fernando Pascual
7-2-2021
Amanece. La luz se abre paso.
Las tinieblas retroceden.
Atardece. La luz se desvanece
poco a poco. Las tinieblas ocupan todo el cielo.
Parece que existe una lucha
eterna entre la luz y las tinieblas.
Es cierto: también en la noche
brillan las estrellas. La luna, con sus fases, sirve de guía al caminante.
Pero también es cierto que con
la luz del día los árboles, las casas, los pájaros, las personas, adquieren
formas claras y colores atrayentes.
En el corazón de cada hombre
se suceden cambios entre la luz y las tinieblas, entre la claridad y la
confusión.
A veces todo parece tener
sentido y orden. Podemos explicar los hechos, comprendemos el comportamiento de
las personas.
Otras veces, el orden desaparece,
las personas actúan de maneras incomprensibles, la propia vida queda como
suspendida en las tinieblas.
Quisiéramos contar con una luz
interior capaz de ver en los momentos de oscuridad, de comprender cuando la
situación se hace más difícil.
Para los creyentes, esa Luz
existe. Brilló en las tinieblas. Iluminó a todo hombre. Devolvió la vista a los
ciegos y la esperanza a los confundidos.
Con Cristo incluso la noche
oscura de la que hablan los místicos se convierte en transparencia. Todo tiene
sentido desde la luz que viene de Dios mismo.
Este día transcurrirá entre
momentos mejores y peores, entre claridades y tinieblas. En mi corazón hay un
faro que me guía.
“Luz de Cristo”, cantamos ante
el cirio de la Pascua. Luz que vence las tinieblas, que calienta los corazones,
que permite caminar en el tiempo con el corazón dirigido hacia lo eterno...