COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
DÉCIMO: 13
Padre
Arnaldo Bazán
"No
piensen que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino
espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su
madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven
con él"(10,34-36).
Estas palabras, pronunciadas por
Jesús, suenan muy fuertes a nuestros oídos, ya que no concebimos en El otra
actitud que la de la dulzura y la compasión.
Sin embargo, con ellas Jesús no
está afirmando que eso es lo que El realmente quiere, sino profetizando sobre
una realidad. Porque sus enseñanzas despertará en unos la conversión, y en
otros la persistencia en el pecado.
Estas dos actitudes tienen, a su
vez, repercusión en las relaciones humanas. Incluso entre los que se dicen
discípulos suyos.
Vemos, por ejemplo, como ha habido
una tirantez, que a veces ha llegado al odio, entre distintas partes de la
misma Iglesia. Así hemos contemplado la separación entre la mayor parte de las
iglesias orientales, de sus hermanos de la iglesia de Roma o de rito latino. La
que dura ya casi mil años. Y esto sin caer en la herejía, sino manteniendo
todos los mismos principios, la misma doctrina, los mismos sacramentos, pero
desunidos por cuestiones de primacía que crearon el cisma que atenta contra el
deseo expreso de Cristo.
Si esto es entre el Oriente y el
Occidente cristianos, ¿qué ha sido entre aquellos que se han separado por
cuestiones doctrinales, ampliando la desunión al desviarse por el camino de la
herejía y de la confrontación abierta?
Hoy miles de iglesias que se llaman
cristianas se mantienen tan alejadas que es casi imposible pensar en una
reconciliación. ¿No tenía razón Jesús al alertarnos sobre lo difícil que es
mantener la unión incluso entre sus discípulos?
Si esto ocurre entre nosotros,
¿vamos a extrañarnos de que haya otros que estén incluso dispuestos a
exterminarnos, como sucede con los fanáticos islámicos, e incluso los no tan
fanáticos, que nos llaman infieles y de alguna manera buscan hacer desaparecer
el cristianismo?
¿Y todo el poder de Satanás que por
tantos medios lucha para atacar a Cristo, presentando incluso su presencia como
un invento, una fantasía, lo mismo que sus enseñanzas?
No, Jesús no quiso que hubiese
confrontación, ni división, ni enfrentamientos armados, sino todo lo contrario.
Pero los seres humanos somos proclives, desde Adán, a hacer caso omiso a los
mandatos divinos, y seguir como corderitos las mentiras del Maligno. De eso es
de lo que nos prevenía el Señor. Porque El vino solamente para salvarnos a
todos.