LA LUNA

Padre Pedrojosé  Ynaraja Díaz

 

La noche del 27 al 28 de marzo no es una noche cualquiera. Se dieron cuenta ya los hombres que observaron como plantas y animales derrochaban vida. El pueblo hebreo  empezó a gozar de libertad.

Fiestas del paso de invierno a primavera, celebración del paso por el desierto. En tal circunstancia el Señor sufrió atroz Pasión, cruel Muerte y gloriosa Resurrección. Era la LUNA LLENA de primavera. ES LA PASCUA.

Si el tiempo lo permite, no dejéis de mirarla fijamente. La veréis pálida cual el rostro de Jesús en Getsemaní o brillante y sonriente, recordando que fue testigo de la Resurrección del Señor. Miradla bien, hasta que se sonroje.

No olvidéis que el primer acto humano libre, preparado sí, pero no previsto en el programa de la NASA, fue la comunión de un cristiano que devoto, se alojaba en la cápsula recién alunizada. Y que más tarde, con permiso o sin permiso, otro astronauta deposito una microficha, donde estaba  escrito el texto completo de la Biblia. Nada parecido se puede decir de otro astro.

Desde los inicios de la vida cristiana, justo pasada la era apostólica, se decidió en el I Concilio de Nicea, año 325, que la Pascua Cristiana se celebraría el domingo siguiente a la tal LUNA LLENA, sin que ello fuera para enojara a nuestro fiel satélite, otros eran los motivos.

En el plano festivo observaréis que se ofrecen “huevos de pascua” la guinda del pastel que regalan los padrinos en Catalunya, popularmente llamada mona,  o los “conejitos de chocolate de pascua” por otros. Pero nada es comparable a la Luna.

Escuetamente os adjunto unas frases que no dispongo de espacio para comentar. “Yo soy yo y mis circunstancias” (Ortega y Gasset) la Pascua de la pandemia deberá ser diferente. “Homo homini lupus”, (el hombre para otro es un lobo) se decía. Hoy tal vez pensemos que el hombre para otro es virus. ¡ojo! Que la Caridad debe permanecer. “El infierno son los otros” J-P Sartre, pues, no, los otros pueden y deben ser santos. Es preciso tener cara de resucitados, reclamaba Nietzche y con razón.

 

 

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