Periodo
de PASCUA-
Padre Pedrojosé Ynaraja Díaz
A la Semana Santa le falta el
encanto de Navidad. La historia que arropa esta última es preciosa.
Hoy toca hablar de la Pascua.
Buscaba alguna imagen de Jesús
resucitado. Comentaba a una amiga que no la encontraba en ningún sitio y me
dijo ¿cómo quieres encontrar expresado sensorialmente lo que es un misterio de
Fe?. (1)
La basílica de la Sagrada Familia
de Barcelona impresiona por sus formas exóticas. Situado uno en el interior
queda asombrado. Su gigantesco tamaño es sublime desde dentro.
Observa uno
las vidrieras. Pocas figuras, hábil combinación de letras. Cuando uno cree que
ya lo ha contemplado todo, se encuentra con un óvalo misterioso. Pregunto a Mn
LL. Bonet, que ha sido acertado ideólogo de lo que Joan Vila-Grau ha plasmado
maravillosamente en las vidrieras y me dice que representa la Resurrección.
Quedo sorprendido. No es ni figurativo, ni cubista, ni decorativo, como cierto
abstracto se limita a ser. Recuerda uno entonces que en el exterior del
muro, está la fachada de la Pasión, de J-M Subirachs, de trágica expresión
estética. Dos extremos del mismo Cristo.
Vuelvo a contemplar el vitral y
reconozco su acierto.
La Resurrección, núcleo de la
Pascua, a diferencia de la Pasión, no está enmarcada en el espacio/tiempo. No
es histórica, dirían otros. Se inició en el sepulcro, culmina en la Eternidad
Trascendente, libre de ambas dimensiones.
La Pascua es seria solemnidad,
celebrada en el ámbito de la Fe. Grandiosa, pues.
Encasillados este año en las normas
estrictas de movilidad y horario, nos facilita a los cristianos a celebrar
sinceramente la Pascua, sin que posibles viajes u opíparos banquetes nos puedan
tentar, reduciéndose a simple fiesta familiar.(2)
Las Iglesias Orientales no tiene el
icono de la Resurrección y no porque no crean en este misterio. Expresan
plásticamente su Fe en el de la bajada a rescatar a los justos que
esperaban su advenimiento. Precioso icono. Otro es el del sepulcro vacío, que
lo muestran los ángeles a las mujeres. El tercero la aparición del Señor a las
portadoras de perfumes. Maravilloso también.
(1)paradójicamente,
por fin un día encontré una imagen metálica… en Andorra, en un gran almacén
donde hay de todo excepto un departamento religioso. Me sorprendió mucho y
estos días la tengo muy visible en la iglesia del “Montanyà” , municipio de Seva, Barcelona.
Pese a que lo decía mi amiga sea verdad, cumple esta expresión plástica una
finalidad evangelizadora más comprensible que la vidriera a la que me refiero.
(2) es lo que pensaba cuando
redacté, la posterior realidad ha sufrido menos limitaciones
-II-
Creemos en un Dios comprometido, es
la constante verdad incrustada estos días en mi mente. Me la digo y la digo y
repito a los demás.
La humanidad de Jesucristo fue
preocupación del concilio de Calcedonia (451). No se dudaba de su
divinidad, era así durante la generación apostólica y las próximas siguientes,
pero no lo tenían claro que fuera hombre auténtico. La Fe de la Iglesia a este
respecto, lo declaró obvio en el citado concilio.
Hoy en día parece que reconocer su
divinidad sea más difícil. Ahora bien, aceptado movidos por la Fe, nos toca
asombrarnos, reconocerlo y adorarlo.
Jesucristo era autentico hombre, el
más autentico sin duda, y como tal se comportó. Pero
con frecuencia lo olvidamos. Y es lamentable negligencia.
Ante el dolor, la humillación y el
morir que tanto aterra y cuesta aceptar a tantas personas, no hay que olvidar
el dolor, la humillación y el terror a la muerte, que atenazó también en muchos
momentos de la vida del Señor. Es un consuelo. En la hora suprema, agarrotado
el cuerpo por el dolor, sufriendo cruel persecución o castigo, debe uno
recordar la experiencia de Jesús, principalmente la que hemos meditado días
pasados, sus últimos días en Jerusalén.
Pero el
era Dios, se dice o piensa el afligido, como si su divinidad fuera un
anestésico. El miedo, la duda, el dolor físico y la angustia agónica, le fueron
auténticos.
Su cuerpo, su biología como la
nuestra, era total comunicación, no aislados elementos contiguos, cual los de
un espongiario.
Su actitud fue siempre
comunicativa. Todo lo que he recibido del Padre os he dado a conocer, les dijo
un día (Jn 15,15).
En su realidad histórica y en la de
resucitado, se caracterizó siempre por esta actitud.
En este periodo litúrgico pascual
debemos también reflexionar a este respecto. Una vez resucitado, libre ya de
los ligamentos del espacio/tiempo, continuó comunicándose con los apóstoles y
con otros que con Él habían subido de Galilea . (Hch 13,31).
¿Somos comunicativos o reservados
que a nadie contagiamos la Fe?