Franqueza amable
P. Fernando Pascual
1-5-2021
La franqueza permite decir las
cosas como se piensan, sin barreras, miedos, giros que impiden comprender
exactamente lo que uno quiere decir.
La franqueza, en ocasiones,
está revestida de un tono agresivo, o con palabras poco correctas, o con
actitudes de superioridad, o con reproches hacia algunos de los oyentes.
Esa franqueza puede, incluso,
llegar a ser maleducada, agresiva, molesta, contraproducente: humilla, daña,
provoca reacciones defensivas.
Existe otro modo de ser
francos: con educación, con respeto, con amabilidad, con expresiones serenas,
con un deseo sincero de promover el bien de todos.
Encontrarse con personas
francas sirve para poner las ideas y los problemas sobre la mesa con claridad.
Encontrarnos con personas francas y educadas ayuda mucho a dialogar de modo
sereno y constructivo.
Por eso es tan importante
promover la franqueza amable, la que dice verdades que pueden parecer duras,
pero lo hace desde actitudes que son propias de personas educadas, atentas,
promotoras de encuentros agradables.
El mundo está lleno de
tensiones que hacen la vida más difícil de lo que ya es por sí misma. Por eso,
encontrarnos con personas que unen franqueza y amabilidad alivia el peso de los
problemas y permite afrontarlos con simpatía.
No siempre resultará fácil
decirle a un familiar que ayuda muy poco en el cuidado de la abuela, o a un
compañero de trabajo que por su culpa se ha provocado una multa a la empresa
que al final nos perjudica a todos.
Pero incluso en temas
difíciles, donde hay que invitar a otros a asumir sus responsabilidades, un
tono amable, unas palabras serenas, una sonrisa sincera y acogedora, serán de
gran ayuda para afrontar la situación con mayor cordialidad, lo cual es un
primer paso para avanzar hacia soluciones que sean satisfactorias para todos.