Buscar el origen del mal
P. Fernando Pascual
1-5-2021
Buscar el origen del mal no es
simplemente curiosidad. La búsqueda se orienta a comprenderlo un poco mejor, a
prevenirnos ante males futuros, a separar nuestro corazón del riesgo de caer en
el mismo.
Así, cuando unas inundaciones
destrozan casas, arruinan cosechas, provocan víctimas, buscar el origen de las
mismas ayuda a tomar medidas para evitarlas en el futuro, y, en ocasiones, a
castigar a quienes tengan responsabilidades en lo ocurrido.
Cuando el odio de otros nos ha
herido, queremos saber por qué se ha producido, si exista algún tipo de culpa
por nuestra parte, cómo pueda ser superado y prevenido.
En muchas ocasiones, buscar el
origen del mal no alcanza respuestas satisfactorias. Son tantos los aspectos
que entran en juego en delitos, enfermedades, crisis económicas, que resulta
difícil individuar las causas más relevantes.
Existen respuestas que
intentan alcanzar explicaciones más o menos completas a cierto tipo de males.
Por ejemplo, hay teorías que señalan a la sociedad como causante de muchos
vicios y perversiones en los seres humanos.
Otras teorías creen que el mal
de las personas tiene su origen en un uso desviado de la libertad; es decir, en
la responsabilidad de cada uno. La sociedad, ciertamente, interviene, pero
nunca consigue un control suficiente a esa indeterminación humana tan abierta a
todo tipo de opciones.
Las diferentes respuestas a la
pregunta por el mal serán más o menos convincentes, usarán mejores o peores
argumentos. Lo importante es que nos ayuden a afrontar ese gran misterio que
rodea la experiencia humana y que nos provoca tanto dolor.
En esa búsqueda, el tema sobre
Dios y su intervención en la historia ocupa un papel especial, si bien a muchos
les resulta difícil conciliar la idea de un Dios bueno y providente con el
sufrimiento de millones de personas, especialmente de los niños.
Acercarnos al misterio de
Cristo, que también sufrió bajo el peso del mal, del pecado, de la injusticia,
permite abrir un nuevo horizonte en la búsqueda. Porque, según la fe cristiana,
Jesús, Hijo del Padre, aceptó voluntariamente la Pasión, y venció al mal en el
día de la Pascua.
Esa Pascua puede convertirse
en una luz única para encontrar una mejor comprensión ante el problema del mal.
Porque si Cristo verdaderamente ha resucitado, existe un remedio a los males
más radicales del mundo, y una esperanza de un final feliz, en el que la muerte
y el pecado sean vencidos definitivamente gracias al amor humilde y sacrificado
del Hijo de María.