Tomarse un tiempo de descanso
P. Fernando Pascual
29-5-2021
La vida nos llena de
cansancios, tensiones, heridas, gozos buenos, deseos realizados o por realizar,
miedos y esperanzas.
En ocasiones, nos falta
equilibrio. Las tensiones se hacen más agudas, notamos el peso de algunas
urgencias, y el corazón siente una extraña angustia.
Necesitamos, entonces (y
siempre) recuperar el equilibro interior, para que la paz nos ayude a afrontar
cada cosa con una perspectiva justa.
En un manuscrito de un monje
anónimo, quizá escrito el siglo XVII, se puede leer un consejo que tiene una
actualidad sorprendente.
“Seguramente habrás notado que
cuando estás cansado o cuando tienes una herida en el corazón, todo se hace más
difícil. Porque si el corazón está herido, aunque tú busques dominarte y, con
la gracia de Dios, consigas disimular, aquella herida sangrante te quita las
fuerzas y siempre se produce un momento o una ocasión en la que, cuando menos
te lo esperas, aquel dolor te domina y te lleva a actuar como no quisieras”.
Llegar a esos momentos en los
que explota la situación nos causa pena. Descubrimos la propia vulnerabilidad,
y también los demás perciben que algo no está bien en nuestro interior.
El manuscrito antiguo ofrece
un consejo que puede ayudarnos ante esas situaciones difíciles.
“Por eso, como ocurre con los
males del cuerpo, hay que cuidar las heridas del espíritu y su salud. Aunque te
sientas fuerte, sin embargo eres débil. Por eso, ten
la humildad de descansar”.
Sí: necesitamos tomar momentos
para un descanso renovador, de forma que nuestras heridas puedan curarse del
mejor modo posible. Así sigue nuestro texto:
“Incluso si todos te requieren
y pretenden tu tiempo y tu ayuda, tú debes tener la humildad de ponerte a un
lado el tiempo necesario para recuperar fuerzas. No te consideres
indispensable: este mundo ha sido hecho sin ti y seguirá adelante cuando tú
dejes de existir”.
Un monje antiguo recuerda algo
que tiene una actualidad sorprendente en un mundo de prisas, depresiones,
angustias, activismo: no somos imprescindibles, la vida sigue adelante con o
sin nosotros.
Por eso, con humildad,
pediremos a Dios ayuda para tener un corazón sereno, y luz para recuperar, con
un descanso saludable, ese equilibrio interior que nos permita seguir adelante,
conscientes de nuestras debilidades, y confiados en que lo único que vale la
pena es dejarnos amar, y amar con sencillez y alegría.
(Los textos están tomados de
un monje anónimo del siglo XVII que ha sido llamado Maestro de San Bartolo, en
un libro titulado “Abbi a cuore
il Signore”, San Paolo, Cinisello Balsamo 2020, p. 208).